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222 JOSE LUIS LARRABE («accedens ad baptismum, quasi ramus a columba portatur in arcam»), dice San Buenaventura comentando el texto de Génesis 8, 11. Y es que no basta entrar en el ámbito de Dios, es preciso entrar también en el campo magnético de la Iglesia. Pero a todo bautizado le permanece campo de batalla y ocasión de vencimiento: no le ocurre, pues, una especie de transustanciación o de trasplante de este mundo a otro, imaginario o ficticio. Decir y preguntarse por qué y para qué quieren los niños la fe y la gracia bautismal si no pueden todavía por sí mismos hacer uso de ellas es como preguntarse por la utilidad de los pies en los niños que no pueden andar por sí mismos: correrán y saltarán después, si desde ahora tienen los pies. De ahí que teológicamente no es imposible el bautismo de los niños; otra cosa son las garantías pastorales de educación en la fe de los niños así bautizados: en la temprana edad, con garantía de padres cristianos y comunidad, pequeña o grande, ojalá que cercana, no sólo de Iglesia universal. Bautismo y plenitud cristiana. Aquella teología llegó a afirmar, de alguna manera fundamental, que quien había recibido el bautismo de sangre había recibido todos los sacramentos, refiriéndose a la plenitud de la eficacia en cuanto a la realidad última98. Entre las ventajas de la salvación sacramentalizada, afirma San Buenaventura una mayor certeza en el sacramento que en la mera fe interior, que se escapa de alguna manera a la verificación si no se sacramentaliza: «la certeza del remedio (salvífico) es mayor y más co­ mún en el sacramento que en el mérito de la fe» 99. Pero, ¿es que el bautismo deja al bautizado ya maduro en la vida cristiana? No así, sino que deja perfectamente equipado para llevarla luego, día a día, a perfección; y no da la perfección consumada, la gracia consumada «que no sería otra cosa, dice San Buenaventura, que la gloria; lo cual Cristo no lo decretó darlo así, sin más, porque quiere que la voluntad llegue allí libremente» 10°. Lo que sí da el bautismo para llegar hasta allí con una vida cristiana digna es abundancia de gracia de incorporación a Cristo y a la Iglesia, dice frecuente, cons­ tantemente San Buenaventura comentando Rom 6, 2-11. El que sí da la perfección consumada, incluso la entrada inmediata a la gloria, es el bautismo de sangre, del que da la vida por amor a 98. Lib. IV, dist. IV, pars II, expositio textus dub. III. 99. Ibid., dub. IV. 100. Ibid v dub. VII.

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