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204 JOSE LUIS LARRABE tismo de Cristo», y si «significaba el bautismo de Cristo, por esta razón bien se puede decir que era de alguna manera sacramento», «bautizando en la manera en que lo hacía Juan, se estaba dirigiendo hacia el bau­ tismo de Cristo» 3. Del bautismo de Juan al bautismo de Cristo, y desde aquí al nues­ tro hay una pedagogía fácil de entender; así pues, los comienzos de uno y otro bautismo, del de Cristo y nuestro, hay que verlos en el de Juan y esto no sólo en cuanto a la materia del bautismo sino también su autor: cuando bautizó a Cristo, fue una especie de epifanía o manifesta­ ción de Cristo a nosotros: entonces se nos manifestaron su persona y su misión4. ¿De dónde les vienen a estas aguas (bautismales) su fuerza y virtua­ lidad regeneradora y salvífica? se preguntará luego toda la tradición cristiana, sobre todo por boca de San Agustín. La respuesta de San Buenaventura a esta pregunta está tomada desde Cristo; es él quien concedió a las aguas bautismales la fuerza regeneradora y salvífica con el contacto de su carne al ser bautizado 5. No son, pues, ni éste ni los demás, sacramentos «separados» de la humanidad de Cristo, sino en contacto íntimo con esta fuente salvífica. La misión del bautista fue más de predicador de Cristo, precursor de él, que bautista: en resumen y en definitiva fue más predicador del bautismo que dador de este sacramento. No sólo su predicación, tam­ bién su bautismo fue útil, no fue inútil, ya que instruía e iniciaba al verdadero bautismo, y lo que es más relevante, fue el camino para manifestar a Cristo6. Cumplió bien el bautista su misión, como se ve por la aprobación «a posteriori» dada por Cristo, «el cual asumió la persona, la misión y el bautismo de Juan y su testimonio» como consta por el Evangelio 7. No es el bautismo mero «quitamanchas», entre otras razones porque no hay manera de quitar el pecado original si no es dando la gracia santificante: sólo a partir de esta gracia se puede adornar el alma convenientemente, de forma salvífica, ésa es la túnica que pide el Señor 3. Ibid., D. II, a. II, q. II: Ad quid fuerit institutus baptismus Joannis. La respuesta suya es: «ad praesignandum baptisma Cristi... et ratione huius erat quodam modo sacramentum». 4. «Cum baptizavit Christum, manifestatus est Christus (Jn 1, 31)». 5. Ibid., donde añade: «et in illo baptizandi actu contulit Christus aquis vim regenerativam contactu carnis suae». 6. Ibid.: «et quod amplius est, fuit via manifestandi Christum». 7. Ibid.\ así comienza la tradición sinóptica de los tres primeros evangelios.

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