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218 JO SE LUIS LARRABE El bautismo no es sólo sacramento de iniciación; el bautizado está tocando como .con las manos — con la fe— su madurez de vida cris tiana en línea de continuidad y despliegue del bautismo: y así éste tiene capacidad terapéutica para todos los males provenientes del pecado original, con el cual el hombre y el mundo han quedado deteriorados en gran manera, dice San Buenaventura; en segundo lugar, si el efecto principal del bautismo es incorporarnos a Cristo, en esto consiste pre cisamente la madurez de la vida cristiana: en vivir esa misma incor poración hasta sus últimas consecuencias; además, si lo propio del bau tismo es dar la gracia de la filiación divina, ésta, vivida tanto en la dimensión filial como de gracia fraterna, es la perfección del cristiano; hay que tener también en cuenta que es bautismo del agua «y del Espíritu Santo» con lo cual se quiere significar no sólo la iniciación, sino la perfección: los que se dejan guiar por el Espíritu, son cristianos maduros, según las cartas de San Pablo. Así, pues, el que recibe digna mente el bautismo, pone buenos cimientos no sólo de iniciación cris tiana, sino también de madurez: así es como «el alma se hace santa y p u r a » 79. En el bautismo estamos en un campo espiritual de gran comunicación de bondad; «el bautismo es una medicina que tiene una perfecta virtud de curar, no sólo la enfermedad principal, sino también las demás, anejas» 80. Del bautismo a la madurez cristiana Una cosa es decir que el bautismo es sacramento de iniciación cris tiana y otra, muy distinta, contentarse con esa afirmación, cuando el bautismo habilita perfectamente para el bien y libera del mal; se puede, pues, llamar con el nombre de sacramento de iniciación, con tal de que queden sugeridas las vías de madurez y perfección que quedan abiertas, posibilitadas y hasta facilitadas a raíz del bautismo, precisamente en virtud de este sacramento, que deberá ser siempre actualizado en la vivencia, conciencia y responsabilidad del cristiano, de todo cristiano en cualquiera de sus estados de vida y vocación. El bautismo no nos libera de toda penalidad y tentación de este mundo; la razón está, dice San Buenaventura, en que a Dios le pareció bien dejarnos en medio de éstas para nuestro bien: el bautismo nos da 79. Ibid., a. II, q. I, conclusio: «indicat animam fieri sanctam et puram». 80. Ibid.: «habet virtutem curandi, non tantum curat principalem, sed etiam annexum: et sic dico facere baptismum».
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