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RAICES Y ENTORNO DE LA PERSONALIDAD EN.. 191 del emperador Tiberio]— llegaron a Ñapóles donde embarcaron en secre­ to y con tantos peligros que el viejo Veleio Patérculo, el abuelo del his­ toriador, que les acompañaba, se suicidó noblemente para disminuir la impedimenta y facilitar la huida de la pareja. El niño, arrancado del seno de la nodriza y de los brazos de su madre para que ambas saltaran a las barcas, comenzó a llorar amenazando con descubrirlos y perderlos»63. La relación transacional primera que se establece entre el hombre que acaba de nacer y las personas tutelares y, en general, con el mundo y la sociedad entorno; la urdimbre comenzaba a marcar para siempre la personalidad resentida del futuro emparador 64. La ambición de su madre; la simpatía estelar y el carácter generoso y conciliador de Augusto — polo opuesto a Tiberio, retraido y melan­ cólico— ; su propia vida sexual desgraciada por su timidez y por el infeliz final de su primer matrimonio y su forzada unión con Julia, adulterina insaciable de patológica sensualidad65, exponente de la lujuria 63. Ibid., VII, 29-30. Subrayado mío. 64. «Livia [su madre] fue siempre para Tiberio la madre moralmente adúl­ tera; la que huyó del hogar, entristeciendo al padre de las canas respetables. Augusto era el padrastro, doblemente odioso, porque había ofendido y humilla­ do al noble anciano antes de arrebatarle la mujer. Tiberio no lo olvidó jamás. Su espíritu puritano y disciplinado nos le hace parecer sometido al respeto del em­ perador y a la autoridad de los padres. Pero debajo del protocolario acatamien­ to fermentaba lentamente la pasión» (Ibid., VII, 55). La nefasta influencia de Livia sobre su hijo nos la da en síntesis este texto de Marañón: «Livia fue, sin duda, una de las causas principales de que Tiberio tuviera tan seco el corazón» (Ibid., VII, 84). 65. «Su vida sexual fue también profundamente desgraciada y, sin duda, uno de los orígenes más caudalosos de su misantropía y de su resentimiento. En parte, por su temperamento retraído, escéptico y poco fogoso y, en parte, puri­ tanismo, era Tiberio el varón indicado para encontrar la solución de su vida instintiva en la pareja monogámica, apacible y sin aventuras. Y en el comienzo de su vida la halló en Vipsania, hija de Agripa y de su primera mujer Pomponia» (Ibid., VII, 37). «Por entonces sobrevino una de las profundas tragedias de la vida íntima del futuro emperador, quién sabe si la mayor de todas. Era el año 12 a. J. C.; Agri­ pa acababa de morir dejando viuda a Julia I (la hija de elmperador Augusto), y Augusto decidió el casamiento de su hija con Tiberio, previo el fulminante di­ vorcio de este con Vipsania» (Ibid., VII, 38). «Lo peor es que Julia no se limitó a seguir al lado de Tiberio la misma existencia adulterina que cuando era mujer de Agripa, sino que la multiplicó y empeoró» (Ibid., VII, 46). Para Marañón, la responsabilidad que cupo a Tiberio la sitúa en su timidez sexual: «Todo lo que sabemos de Tiberio confirma la sospecha; que para mí [dice precisando su posición el médico historiador] no lo es, sino certidumbre. Es indudable que este hombre misterioso era un casto; y como no lo era ñor virtud, lo era por necesidad, es decir, por timidez; diagnóstico que también

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