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RAICES Y ENTORNO DE LA PERSONALIDAD EN. 189 le consagraba como historiador a secas, al decir de Laín. Tras el aná­ lisis de Marañón, el Conde-Duque se nos aparece como el hombre representativo de una personalidad dictatorial. Pero sólo como una determinada forma de ser dictador. Otras serán las de Tiberio y Fe­ lipe II, tan bien analizadas por nuestro médico. Para Marañón, si el Conde-Duque de Olivares fue el hombre que fue, no lo llegó a ser únicamente por sí mismo, temporalmente domi­ nador, sino de un modo importantísimo y principal por el ambiente que le condujo hasta el poder. A todos desafió la personalidad dicta­ torial de Olivares. Ambicioso de poder, consiguió tenerlo todo en sus manos; nos dice Marañón; desde la endémica voluntad del Monarca hasta el mando sobre el último soldado del Imperio. Frente a la marea adversa, y desde aquella altura, fue capaz de desafiar a los que le in­ juriaron y a los nobles enviosos de su poder, que en definitiva fueron los que labraron el agigantamiento de su pasión por situarse contra él. Marañón ve en el Conde-Duque al hombre de una capacidad de lucha ilimitada; al hombre que intenta salvar el Imperio de España— de for­ ma ya anacrónica por irrealista— a fuer de enfrentarse a cuanto le ro­ deaba: cortesanos, nobles, costumbres corrompidas del pueblo. Y todo, porque la adversidad, en vez de anonadarlo, lo lanzó a una lucha titá­ nica contra todos, creyendo poder llevar «sobre sus hombres de cíclope» el peso del Imperio español que se derrumbaba. Su ambición de mando y la oposición del medio hicieron de Olivares el dictador más poderoso de su tiempo. Si ya hemos escuchado a Marañón que «el ambiente no es un cuadro pintado en un lienzo o descrito en un papel, sino el flujo incesante de las cosas que pasan», fue el ambiente el que condujo a Olivares a la privanza del abúlico Austria. Porque, como a todos los dictadores, el poder se lo entregó el ambiente corrompido y caótico, y la tensión social enrarecida de su tiempo61. Un ambiente hostil, pero al mismo tiempo propicio. Hostil, porque luchó contra todos; propicio, porque, a fuerza de voluntarioso, los demás, carentes de voluntad, no podían ocupar su puesto. Fue, pues, sin duda alguna — esta es la tesis de Marañón— , el clima histórico de aquella hora de España, unido a una pasión de mando de tipo constitucional, el que creó a Olivares el Valido. 61. Ibid., V, 705.

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