PS_NyG_1983v030n002p0155_02020410

RAICES Y ENTORNO DE LA PERSONALIDAD EN. 177 que «tradición y esperanza que se funden en la breve inquietud de una existencia mortal». Es así como la Vida se convierte en patria del hom­ bre. Patria ésta que se sitúa por encima de la patria meramente geo­ gráfica. La Historia es Vida, y la Vida es para el hombre patria, pues en ella se produce por medio de la conciencia la «unión del pasado y del futuro que se hace en cada hombre»41. He aquí cómo el tiempo, concienciado por la aparición del hombre sobre la Tierra, se convierte en coordenada de encarnación para el es­ píritu humano. El tiempo y el lugar determinan la existencia, pese a que el hombre trate de superar los condicionamientos que de estos factores mundanos acosen su desarrollo como persona. 2. El “climax histórico)} de las épocas: Feijóo y el siglo XV III español Del P. Feijóo escribió Marañón en el libro que dedicó a sus ideas biológicas: «Fue, pues,... "la predestinación de la época” , lo que llama­ mos "el climax histórico”, quien formó su entendimiento para la gran empresa de la racionalización de la mentalidad ibérica». Y esto pudo ser así, estima nuestro autor, porque: «De vez en cuando se dan en la Humanidad esos "climax históricos” o actitudes colectivas del pensamiento, que sonprecisas para laevolución de la cultura; y cuando ocurren, sus iniciadores y susapóstoles surgen aquí y allá, en los más diversos paralelos. Sin conocerse, dicen las mismas cosas y luchan por los mismos ideales. Es un fenómeno tan natural como el que hace brotar la vid en Europa y en América, separadas por miles de leguas, pero bajo un mismo clima geográfico» 42. El hombre, ser en el mundo, y, por lo mismo, ser histórico, radical­ mente afectado por el tiempo, encuentra en su misma temporalidad la «circunstancia» en la que reside una parte muy importante del secreto ger en el análisis hermenéutico del tiempo). La dependencia marañoniana de Or­ tega y Gasset le acerca a Dilthey. 41. Estas reflexiones de Marañón son un análisis del acontecer humano, abiertas a una prolongación teológica del tema. Dios creó al hombre para la vida, dice la Escritura. El Antiguo Testamento ve en la duración de la vida una ben­ dición del justo. El Nuevo Testamento presenta a Cristo como la verdadera vida la vida eterna, patria definitiva del hombre, que encontrará en el seno de la Di­ vinidad el triunfo decisivo sobre la muerte. Renuncio aquí a ofrecer textos bí­ blicos o a ordenar los puntos esquemáticos del tema en cuestión. Sencillamente quiero llamar la atención sobre él. 42. Las ideas biológicas del P. Feijóo, V, 319.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz