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RAICES Y ENTORNO DE LA PERSONALIDAD EN. 175 tuvo el gran acierto de negar aquella concepción antropomórfica del tiempo y del espacio, según la cual éstos eran concebidos como dos in­ mensos receptáculos vacíos. El tiempo vendría a ser, antropomórfica- mente concebido, como «especie de eje de referencia al que se colga­ rían los acontecimientos», o bien, como dice H. Conrad-Martius, como un «cauce fluyente, en el que es depositado de una vez para siempre el devenir universal». Pero el error de Kant estribó en haber deducido que el tiempo y el espacio eran una pura mediación cognoscitiva de la mente, que ésta sacaba de su subsuelo e imponía a una realidad que no la comporta. Pues «si el espacio y el tiempo no son entes reales, no por eso dejan de tener un origen real extramental». En el caso del tiempo, este fundamento no es otra cosa que la duración, propiedad objetiva de la realidad de las cosas mundanas. De ahí que para Aris­ tóteles «no hay situación en el espacio y en el tiempo más que en el interior de este mundo». La física actual mantiene que el espacio y el tiempo no son dados sino con el mundo 37. Y la historia: ¿qué es la historia? Incidimos de nuevo en un tema antes iniciado, al abordar las biografías biológicas de Marañón. Algunas lenguas, como el alemán, poseen dos vocablos —Historie y Geschichte— para designar dos realidades que los latinos no tenemos más remedio que designar con sólo uno: historia. J. M. Aubert se expresa así: «A l nivel m ismo del cambio, del devenir, no hay todavía noción pre­ cisa del tiempo, sino solamente la de duración. En efecto el tiempo, en el sentido propio de la palabra, supone una conciencia capaz de operar la síntesis del cambio, conservando el resultado de sus experiencias pasa­ das, gracias a la memoria, que reconoce el pasado como tal, es decir co­ mo historia percibida. Fuera de tal conciencia no hay tiempo, sino dura­ ción cambiante, historia v iv id a »38. 37. Los entrecom illados son otras tantas referencias a la obra de J. M . A u­ b e r t, Filosofía de la naturaleza, Barcelona 1970, 377-382. Tiene este autor muv en cuenta el artículo de H edw ige C o n rad -M artiu s, Le Probleme du temps au- )ourd}hui et chez Aristote, en Archives de Philosophie 1957, 483-498; así como el libro del m ismo autor Die Zeit, Munich 1954. Para bibliografía básica en tor­ no al problema del tiempo desde la reflexión filosófica, me rem ito a la que da Aubert en su libro, pág. 370, nota (56). Para un planteam iento del problema del tiempo y del espacio en el ámbito de la modernidad: véase A. P é re z de Labor- da, Leibniz y Newton, Salamanca 1977-81, 2 vols.; asim ismo algunos de los tra­ bajos de A. K oy re, Del mundo cerrado al universo infinito , M adrid 1979: tam ­ bién A. M . K . M ü lle r , Die präparierte Zeit, Stuttgart 1972; F. von W e iz sä c k e r La imagen física del mundo, M adrid 1974. 38. J. M . A u b e rt, o . c ., 380.

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