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168 ADOLFO GONZALEZ MONTES Esta influencia «topográfica» que la mujer ejerce sobre el varón la atribuye Marañón al sentido cósmico del misterio de la mujer: «Y es que la mujer tiene, en efecto, el poder mágico de llenar el va­ cío del mundo; porque ella misma está hundida en el mundo que forma parte de él; a diferencia del hombre, liberado del planeta, su huésped y su explotador. La madre tierra es madre, es decir, mujer. Y la mujer, por ser madre, es tierra viva, eslabón de la cadena creadora que puebla los ámbitos vacíos con las vidas nuevas. El hombre vive en el cosmos; pero la mujer es cosmos ella misma» 22. Finalmente, 3) señala Marañón un tercer factor: la vida intelectual. Para nuestro médico, Domenico Theotocopuli fue un místico y fue tam­ bién un intelectual23 en una ciudad intelectual. De la fusión íntima de estos tres factores surgió aquel medio geográfico-ambiental que presionó, o mejor orientó e hizo cristalizar la personalidad del pintor greco- español, amasada en el misticismo hispano, y hecho colorido ascendente en sus lienzos. El Greco fue lo que llegó a ser gracias a Toledo 24. Hasta qué punto el carácter adánico del ser humano es considerado por don Gregorio como elemento determinante de la personalidad, nos lo pueden decir estas palabras suyas, interpretativas de los móviles que atrajeron a Toledo a Theotocopuli, y del lugar que la ciudad imperial ocupó en la obra del pintor: «Mas el que le reclamaran (al Greco) desde el Escorial, o desde To­ ledo, o le empujara desde Italia la irritación de los otros artistas, no in­ valida el que el motivo principal fuera la llamada del instinto, el esplri­ tualismo escondido: en sumaf el amor... esas señales materiales fueron co­ mo el pañuelo que parece que llama desde la orilla al viajero que se acer- 22. Soledad y libertad, III, 432. 23. En el discurso El Toledo del Greco, así como en los otros estudios cita­ dos, pasa Marañón revista a la vida intelectual toledana de aquel entonces. Ma­ rañón intenta situar el punto de partida del ambiente intelectual de Toledo, re­ trocediendo, en perspectiva histórica, hacia el pasado: la Escuela de Traducto­ res, las Academias, las Justas poéticas, los conventos, etc. El Greco fue, para nuestro médico, un intelectual en un ambiente propicio. Véase también: Las Academias toledanas en tiempo del Greco, artículo aue Marañón escribió para la revista Son Armadans IV (1956) 951-957. 24. Aconsejo leer, en su original, todo el libro del médico español sobre el Greco, por supuesto, pero de peculiar importancia histórica, que deben enjui­ ciar los actuales historiadores, los capítulos cuarto (El Toledo del Greco: grie­ gos, judíos, moros) y quinto (Orientalismo y misticismo del Greco): V II 468- 477 y 478-489.

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