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164 ADOLFO GONZALEZ MONTES morada—, para contemplar solamente estructuras metálicas y de cemen­ to armado. Un fenómeno que destruye las raíces telúricas del hombre, que está dejando de contemplar la luz y el colorido del paisaje para no sufrir otra acometida cromática que la de los luminosos comerciales o de «sexy» de las noches urbanas. Cuando al final de la semana las caravanas automovilísticas empren­ den vertiginosamente la fuega de la urbe tras la conquista de un retazo de paisaje: ¿qué busca el «usuario de la urbe» sino recuperar la natura­ leza perdida ? ¡Tremendo drama el del hombre moderno que no en­ cuentra en la estructura urbana el topos que colme la ausencia provo­ cada por el desarraigo de la tierra! Queden en pie estos preocupantes interrogantes con la esperanza de que el hombre de hoy acierte a salir de este trance, que tiene traumatizada su sensibilidad. Más adelante, y desde una perspectiva algo diversa, pero directa­ mente vinculada a esta temática, trataré de acercarme al problema del desarraigo patrio, con las angustias y las amarguras que provoca en el alma de los hombres que sienten la ausencia de su tierra y de su am­ biente vital e histórico. Tema que no estuvo ausente del pensamiento de Marañón, quien encontró en el exilio la vivencia existencial que le llevaría a ocuparse de los españoles que también lo sufrieron. 2. Una tierra, un ambiente, un hombre: Toledo y el Greco En tres estudios, principalmente, nos da Marañón la personalidad mística de Domenico Theotocopuli: Elogio y nostalgia de Toledo (1941), por lo que de caracterización geográfica y ambiental de la ciudad im­ perial supone. Toledo, ciudad ecuménica, polo de atracción de cristia­ nos nuevos por el semitismo y la carga mística y viejotestamentaria de su paisaje, potenciada en el siglo xvi por la fiebre utópica del español que acababa de descubrir América. Su discurso sobre El Toledo del Greco, con el que ingresó en la Academia de Bellas Artes en 1956. Y su libro El Greco y Toledo (1956), en el que incorpora el contenido del citado discurso. He querido fijarme en estos trabajos de Marañón porque en ellos se dan cita la geografía y el ambiente de un modo sin­ gular para que el médico escritor nos diese su fino análisis de la per­ sonalidad mística de Theotocopuli, forjada en aquel Toledo imperial. He aquí la tesis de nuestro autor: ¿podemos comprender al Greco sin Toledo? La personalidad del griego español está —dice— tan indi­ solublemente ligada a aquel Toledo oriental semítico —en su humani-

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