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58 C a r lo s G a rc ía C o rt és sacerdotes y directores espirituales, como pueden ser el Tratado para la formación de predicadores o la Nueva Josefina. Por ello hemos de reducir forzosamente nuestra síntesis de contenidos a lo que conocemos de la obra publicada por Sanlúcar, indicando ya de entrada las grandes lagunas que se observan por su carácter asistemático, sus finalidades inmediatas y el subdesarrollo de la teología espiritual de su tiempo. Las exposiciones acerca de Dios no son lo más abundante de su obra, aunque sí son suficientemente explícitas. Tiene una elemental teología trinitaria, desarrollada a través de la envoltura del lenguaje piadoso, con fijaciones en la persona del Padre y una interesante pro­ yección hacia el Espíritu Santo, no habituales en la literatura de la época. Pero fundamentalmente, en este capítulo, su obra se orienta hacia la Cristología, no considerada desde categorías actuales sino den­ tro de las coordenadas pietistas en que se mueve Sanlúcar: tal es el caso de algunas de sus obras, compuestas con esta orientación de base, como el Dulce nombre de Jesú s, el Vía Crucis, o las Alabanzas para las misiones. Podemos decir que la orientación trinitaria y cristológica del autor son teológicamente correctas, aunque también poco desarro­ lladas, centrándose en los núcleos más atractivos a la religiosidad po­ pular que trataba de fomentar; esto se pone de relieve sobre todo en el conjunto de colecciones y devocionarios cristianos que compuso. Un importante capítulo de contenidos es el referente a la mario- logía, como no podía por menos de ser en una época que vivía muy de cerca las corrientes que convergirían en la definición dogmática de la Inmaculada, con sus correspondientes conexiones teológico-eclesio- lógico-espirituales. Por encima de las formas devotas y el estilo de Sanlúcar al hablar de la Virgen María —en ocasiones sensiblero y desencarnado—, hay que notar su frecuente conexión con la cristolo­ gía y la relación de las devociones marianas con la de la Sagrada Fami­ lia. De las veinte obras compuestas por nuestro autor, recordemos que Nuevo Marial —la más conocida de ellas— está íntegramente dedicada a facilitar los motivos, modo, norma y medios para fomentar una ro­ busta piedad mariana, y otras obras menores se orientan hacia concre­ tas devociones a advocaciones marianas: novenas a la Inmaculada Con­ cepción, Divina Pastora, Virgen de la Caridad, Virgen de la Esclavitud, Virgen de los Dolores. Además, hay toda una mariología que desarrolla los principales capítulos expresados por la revelación, la teología y la piedad marianas en algunas obras generales, como Nueva Josefina, Manual del cristiano y Alabanzas para las misiones.

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