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8 E nrique R iv e r a rar y precisar lo que este concepto encierra. Para mejor lograrlo lo clava en metafísica bajo un rótulo tan significativo como el de categoría. En la lección VI de su ensayo, En torno a Galileo distingue en el cambio dos modalidades distintas. A la primera llama «cambio normal». «Lo normal, escribe textualmente, es que a la figura del mundo vigente para una generación suceda otra figura de mundo un poco distinta. Al sistema de convicciones de ayer sucede otro hoy —con continuidad, sin salto—; lo cual supone que el armazón principal del mundo perma­ nece vigente a través de ese cambio o sólo ligeramente modificada» 3. Con estas palabras declara Ortega como inexistentes la mayor parte de las ponderadas «crisis», pues no pasan muchas de ellas de ser sim­ ples cambios normales, inherentes a la historia humana. Entonces, ¿a qué cambio da Ortega el nombre de «crisis» y de «crisis histórica»? Para entenderlo en toda su hondura tenemos que aludir a una de las concepciones filosóficas más fundamentales en su sistema, a la distinción entre ideas y creencias. Como es sabido, según Ortega, pensamos nuestras ideas, pero vivimos nuestras creencias. El pensar, por importante que se le suponga, es siempre un deporte es­ piritual, cultivado especialmente por cierta clase de hombres que a sí mismos se han llamado pensadores, filósofos en sentido clásico, es decir, amantes del saber. Este deporte espiritual es todavía más inquieto que el físico. Las ideas se suceden en el cerebro humano con vertiginosa velocidad. Excepto aquellas que una circunstancia histórica las ha tro­ cado en creencias. Entonces, la idea ya no se piensa, se vive. Ideas, como Reforma y Contrarreforma, fueron formuladas por mentes recto­ ras. Pero unos decenios después deciden vivencialmente la suerte de Europa por siglos. De ideas pasaron a creencias. Luego las ideas se tienen o se pierden. En las creencias se está. No hay vida humana, según Ortega, que no esté constituida por ciertas creencias básicas y, por decirlo así, montada sobre ellas 4. Mas he aquí que un día, por fortuna o infortunio, las creencias se vienen abajo, dejan de alimentar al espíritu y éste se siente en desam­ paro, sin norte ni orientación. Este momento que puede tener lugar en la vida histórica de cada individuo como en la vida histórica de un pueblo, es lo que constituye para Ortega la categoría histórica de crisis 5. 3. Obras Completas, V, 69. 4. Obras Completas, V, 70-72. La interrelación de Ideas y Creencias la estudia detenidamente en el ensayo que lleva este título (Obras Completas, V, 375-406). 5. En torno a Galileo. Lección V y VI, en Obras Completas, V, 55-80.

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