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P r e s e n c ia de S an F r an c isco de A s í s e n . 597 estática de su biografía. Y ha de comenzar a recorrer el camino diario de los esfuerzos tesoneros, de las austeridades, de las opciones difíciles y fundamentales de aquella existencia. El santo no nace hecho, se rea­ liza en lucha denodada en la que cuentan los talentos y dones recibidos de Dios y la ayuda de su gracia. Como hay imágenes de madera, de barro, de hierro, de mayor o menor talla, hay también santos de hu­ manidad fuerte y dura; los hay frágiles; algunos, penitentes conoce­ dores de pecados gravísimos; otros, de candor angelical. Cada uno de ellos ha construido la fábrica de su santidad con los dones naturales recibidos al venir a la existencia. Se dice que cada cual es hijo de sus padres. Con el material recibido, duro o blando, de oro, de plata o de barro, cada uno de estos hombres prodigiosos ha sabido tallar su figura de santo. Por ello, no es irrespetuoso que en una primera aproxima­ ción a Francisco nos interroguemos por sus cualidades naturales. Por todo ese conjunto de dones intelectuales y emotivos que sirven de materia prima en la modelación de la persona. ¿Cómo era Francisco de Asís? ¿Qué hizo con lo que era? ¿Cuáles fueron los resultados? 1. Talentos naturales de Francisco de Asís Tomás de Celano, su primer biógrafo, nos lega en su primera vida el retrato físico y moral de Francisco. En el aspecto corporal, era — nos dice— «de estatura mediana, tirando a pequeño; su cabeza, de tamaño también mediano y redonda; la cara, un poco alargada y saliente; la frente, plana y pequeña; sus ojos eran regulares, negros y candorosos; tenía el cabello negro; las cejas, rectas; la nariz, proporcionada, fina y recta; las orejas, erguidas y pequeñas; las sienes, planas; su lengua era dulce, ardorosa y aguda; su voz, vehemente, suave, clara y tim­ brada; los dientes, apretados, regulares y blancos; los labios, peque­ ños y finos; la barba, negra y rala; el cuello, delgado; la espalda, recta; los brazos, cortos; las manos, delicadas; los dedos, largos; las uñas, salientes; las piernas, delgadas; los pies, pequeños; la piel, sua­ ve; era enjuto de carnes». Sobre su voz, repite los mismos epítetos de suave, clara y timbrada con ocasión del canto del evangelio el día de la Navidad. Y en su vida segunda nos narra que un hermano cor­ taba sus uñas algunas veces 6. En frase de Fr. Maseo no era de aspecto 6. 1C 83; 2C 42. Las citas de los escritos y biografías de San Franciscb se hacen por la edición preparada por José Antonio Guerra con el título de San Francisco de Asís. Escritos. Biografías. Documentos de la época, Madrid 1978.

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