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616 V ic e n t e M uñ iz R odríguez sus beneficios. Para conseguir esto se utilizan dos clases de elementos psíquicos: las ideas y los afectos. Para la utilización de los primeros, Fray Juan de los Angeles, aplica la ley de asociación de ideas, bien sea en la imaginativa bien sea en la intelectual. Para la primera sirve la representación de la vida de Jesús, de su muerte, los signos sensibles sacramentales. Incluso, el llevar algún anillo o sortija que nos recuerde al Señor. Para la segunda, el pensamiento de Dios que está en nos­ otros por esencia, presencia y potencia. A este contenido cognoscitivo debe seguir naturalmente el afecto. Quien se imbuya de ideas de Dios y de sus obras, sentirá en la voluntad el deseo de dar libelo de repudio a todo amor carnal o de cosa creada y llenarse en su afecto del Ser de Dios. Se trata, aquí, una vez más, de cambiar el objeto del amor del «bien-me-quiero» por el del Señor. A Dios se le ha de contemplar con entendimiento cuadrado. ¿Qué quiere decir esta expresión de nuestro autor místico? «Entendimiento cuadrado es el que no se estrecha a mirar y contemplar a Dios por una verdad sola, sino que extiende su acción a todas partes, porque Dios es inmenso, incomprensible, infinito y eterno; y en todas partes está todo, y en ninguna estrechado y con límite» 3S. Merced a la medita­ ción y contemplación se ha llegado al umbral de la vida mística, ya que, por ellas, el alma comienza a experimentar un subidísimo y sen­ tido aprecio de la bondad divina, un sentimiento íntimo y filial de que todo cuanto es, puede y vale pertenece a Dios, padre suyo, que generosamente le da el ser y se le da a Sí mismo. El camino, seguido por el alma, ha sido ascendente. Desde su nihilidad ontologica ha subido hasta el ápice de la mente, en el que ha encontrado el sello de la Divinidad que la llenaba por entero. Co­ mienza, ahora, la obra de Dios, a través de su gracia, con su toque sobre el alma, causando en ella la intención deiforme y consiguiendo que ésta se realice en la unión de su Amor para con ella. El estado místico es la actuación esencial de la intención deiforme, impresa en el alma, su realización en plenitud: es la aspiración libre y espon­ tánea del amor, la orientación hacia Dios que el amor en sí tiene por la maravillosa síntesis del ápice de la mente con la gracia elevante. Esta elevación se hace por abstención de toda representación sensible e intelectual. En el suceso místico «el verdadero amor, que es el Espí­ ritu Santo, tercera persona de la beatísima Trinidad y última en orden 38. Manual de vida perfecta, diálogo 4, párrafo 3, 211.

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