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P r e s e n c ia de S an F r an c isco de A s í s e n . 615 vida espiritual. En el itinerario hacia Dios, se tratará, pues, de que la representación de Dios sustituya en la voluntad a la de las cosas crea­ das y a la del «bien-me-quiero», en cuanto esté deteriorada por el egoísmo del amor propio, injusto y abusivo. Esta ley de sustituibilidad en el objeto del amor dirige todo el proceso de la experiencia mís­ tica 35. En el hombre, esta ley conduce no a un estado innatural ni a una actividad que propugne la propia destrucción. Todo lo contrario. Al ser el alma imagen y semejanza de Dios, tiende todo a que consiga ser ella misma cada vez más, por la posesión de Aquél de quien es imagen. Supone, por tanto, un vaciarse el alma de lo creado, para llenarse de solo Dios 36. A este fin están encaminados todos los ejer­ cicios de la purgación e iluminación. Ellos borran ideas adquiridas, destruyen afectos contrarios a Dios y, a la vez, revisten al alma de nuevas ideas y afectos que sirven de fuerza motriz en la vida mística. La oración, en sus diversas formas, es uno de los ejercicios que con mayor eficacia persiguen esta meta. Particularmente, cuando se trata de la meditación y la contemplación. Para definir la oración, Fray Juan de los Angeles acude primero a la autoridad de San Agustín, de quien recoge la fórmula: «levanta­ miento de la mente a Dios por afecto piadoso». Pero, después, más coherente con su doctrina sobre el tema, afirma de la oración que «es la casamentera entre Dios y el alma» 37. La meditación y la contem­ plación, ésta entendida en su dimensión natural o filosófica, son los pasos previos de la oración unitiva con Dios o de recogimiento. La meditación es caracterizada por las notas de la mente discur­ siva. Se trata de un pensamiento próvido y deseo sabio del alma que busca alguna verdad con «no poca fatiga y congoja». Temas de Ja meditación son las obras divinas, sus beneficios y misericordias. Pero de manera importante la Pasión de Jesús. Lugares apacibles, solita­ rios, oscuros, quietos y sin ruidos componen el contexto dentro del cual la meditación resulta más eficaz. La contemplación se diferencia de h meditación en que se hace con gusto y sin pesadumbre, sin il-ciones propias del razonamiento silogístico. Meditación y contemplación persiguen- el mismo fin: el dominio de la vida interior, por la formación en ella de una profunda unidad, cuyo principio y centro de atracción sea la idea de Dios y de 55. A. T o rro , c., t. I, 150. 36. Id., o . c ., t. I, todo el cap. 7. 37. Lucha espiritual..., parte segunda, cap. 11, 341.

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