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P r e s e n c ia de S an F r a n c isc o de A s í s e n . 607 carencia de cosas o de bienes terrenos ni indigencia menesterosa de dones personales. Es devolución de su propio ser, libre y voluntaria, a la bondad de Dios que se lo ha dado. Y, en esta devolución, el amor cobra fuerza dinámica. Francisco se desapropia de sí mismo, y el amor le empuja, desde su nada ontologica, a encontrar en Dios la plenitud final de su vida. Dios, origen y término. Y, entre ambos, el amor que los une y enlaza merced al seguimiento de las huellas de Jesús. Como el amor de Dios se expresó en la crucifixión de Cristo, Francisco desea también que el hombre le retorne un amor en grado parecido, crucificando su vida para Dios. Se da un proceso descenden­ te de Dios a la creatura y otro, ascendente, de ésta a Dios, cuyo punto de encuentro es la cruz y el crucificado: Cristo y Francisco. La experiencia religiosa, pues, del Poverello podría sintetizarse en estos puntos: Dios se le aproxima, como Padre; le descubre su amor en Cristo y le deja entrever su misterio ontologico insondable en su unitrinidad y más allá de ella. Una configuración divina de tal estruc­ tura no puede desembocar más que en una visión de Bondad y Amor. En coherencia con esta manifestación de Dios, la reacción anímica de Francisco es la de la humildad, la entrega personal propia por amor a quien tanto le ha amado, el canto alegre, el trato fraterno con todas las creaturas. Pero su respuesta a Dios no va a ser fruto de medita­ ción especulativa. Es intuición emotiva de Cristo y conformación con El en todo. De esta manera, Dios amará en él al Cristo que lleva dentro de su corazón y que aflora en presencia llagada ante los her­ manos. II.—DOCTRINA MISTICA DE FRAY JUAN DE LOS ANGELES Las espiritualidades, decía Pío XII, poseyendo todas el mismo fin, se diversifican entre sí por la visión que tienen de Dios. Y, en conse­ cuencia, por los medios que adoptan para ir a El. No es lo mismo concebir a Dios como Omnipotencia suma que como Caridad; como Justicia que como Misericordia. Por ello, cada espiritualidad primará unos ejercicios espirituales sobre otros, aunque el propósito último sea idéntico en todas: la deificación del alma. Tomando, para punto de partida, estas ideas, vamos a intentar ex­ poner la doctrina mística de Fr. Juan de los Angeles según los temas 9

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