PS_NyG_1982v029n003p0593_06220410

604 V ic e n t e M u ñ iz R odríguez La biografía de Francisco acontece como evento de presencia-en­ cuentro con Dios y las cosas de Dios. «Deus meus et omnia» será la expresión de este contenido existencial. Cada creatura y cada hombre con quien Francisco trate adquieren rostro bien definido y delimitado, con rasgos particulares y propios. El mismo Dios cobra, para él, sin­ gularidad y concretez en el crucifijo de San Damián: Dios se le hace presencia en Cristo pobre y crucificado. c) La experiencia religiosa de Francisco Psicológicamente, el núcleo de la experiencia religiosa se hace con­ sistir en un sentimiento de dependencia radical. Tal sentimiento se dice que lo padece el hombre en relación a lo que la Fenomenología deno­ mina lo Numinoso, lo Absoluto, lo Trascendente, lo totalmente Otro. Con esta noción se pretende abarcar la experiencia que de lo sagrado acaece en las diversas religiones del mundo. Por ello, se trata de una abstracción en que se ha eliminado lo diferenciador y determinado, lo irrepetible e intransferible por personal, de la experiencia concreta que cada persona tiene en la dimensión sagrada. Sólo así, puede pre­ dicarse y atribuirse a todos los hombres. De aquí, que al hablar de la experiencia sagrada de Francisco, esta noción, difusa y abstracta, debe de ir recobrando los elementos empíricos personales de que se la despojó. O mejor, debe de trans­ formarse en la descripción de la experiencia particular, física, real, ontològica, que de Dios gozó nuestro santo. El Dios cristiano es un Dios operante. Y su acción es múltiple y diversa para con sus elegidos. La experiencia que éstos tienen de El, depende de la manera divina de manifestárseles. ¿Cómo Dios se avecinó a Francisco? ¿Cómo desbordó en él, su insondable misterio? ¿Qué experimentó Francisco en sí mismo y cuál fue su reacción aní­ mica? Fray Luis de León escribió su célebre libro Los nombres de Cristo, fundándose en una tesis semántica, común a la época: el significado de un nombre revela su contenido ontologico. Esta misma afirmación semántica, con ciertos matices y reparos, puede aplicarse también al vocabulario que el santo utilizó al hablar de la Divinidad para descu­ brir su experiencia sagrada. En un primer acercamiento, todavía somero y rudimentario, llama la atención la multiplicidad de nombres y epítetos con que es designa-

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz