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Presencia de San Francisco de A sis en Fray Juan de los Angeles Francisco de Asís fue, según sus biógrafos, perfecto imitador de Cristo. No extraña, por ello, que el movimiento franciscano sea tam bién, aunque en tono menor, un fenómeno paralelo y similar al del cristianismo. Ni que participe de algunos de sus rasgos más pecu liares. Así, el cristianismo intenta repetir en cada existencia humana la vida de Cristo y su mensaje, sin lograr jamás agotarlos plenamente, dada su insondable riqueza. Queda siempre algo por hacer, caminos nuevos que roturar, modos inéditos de llevar a cabo la experiencia cristiana. La persona de Jesús de Nazaret vivifica a la Iglesia que es su Cuerpo místico. Pero éste no puede apresar en sus miembros todo el misterio de Aquél, ni contenerlo en las coordenadas del espacio y de la historia. Jesús se sitúa más allá de cualquier categoría humana, Señor de vivos y de muertos, inaccesible, a la derecha de Dios, aun que se encuentre también inmanente en el hombre y en la sociedad. Con Francisco y sus seguidores acaece algo parecido. El Santo de Asís —dice J. A. Merino— «nunca fue oficialmente reconocido como filósofo, teólogo, artista, político u hombre de iglesia. Pero vivió de tal modo que su estilo y comportamiento hicieron posible una filosofía, una teología, una literatura, una política y un modo singular de ser dentro de la Iglesia» K El franciscanismo, como los cristianos con Cristo, intenta presentarse como trasunto fiel de la personalidad y vida de Francisco de Asís. Pero éstas son demasiado ricas, para que puedan ser agotadas en una sola dirección. De aquí, que su figura aparezca, a través de la historia, adoptando rostros múltiples y diversos: acción y contemplación, ciencia e ingenua ignorancia, especulación teológica y praxis cristiana, soledad y transformación social. Cada siglo va dejando 1. Humanismo franciscano. Franciscanismo y mundo actual, Madrid 1982, 32.
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