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R aíces y e n t o r n o d e l a p e r s o n a l i d a d . 581 Marañón ha visto en el cultivo de la inteligencia el ejercicio de una función específicamente determinada por la sexualidad. Marañón ha llegado a la conclusión de que la llamada por él «constitución bio­ lógica» alcanza incluso el ejercicio de la inteligencia, función de la sexualidad que cristalizaría, según el médico español, de un modo pri­ mordial en el varón. Por otra parte, Marañón ha afirmado en reiteradas ocasiones la necesidad de sofocar el sexo espúreo por medio de un consciente vivenciamiento del sexo legítimo de cada individuo, llegando incluso, si la situación de anomalía patológica lo requiere, al tratamiento tera­ péutico. El médico endocrinólogo cree en la conveniencia de modificar la biología patológica de los individuos, a lo que todos asentimos sin dificultad. Mas no sólo esto, Marañón ha escrito, entre otros lugares en su sabroso comentario al Examen de Ingenios de Huarte, sobre la necesidad de ser virtuoso frente al temperamento que pudiéramos llamar levantisco contra la moral, y ésto no sólo para cumplir con esa dama a veces tan mal vestida que es la moral, sino incluso para cumplir con la misma biología. Es decir, que si Marañón trata de dar su justo valor a la constitu­ ción biológica y a su influencia sobre la conducta humana, no trata en absoluto de quitárselo al ejercicio de un control inteligente no sólo del vector temperamental del individuo, sino incluso y, sobre todo, de aquellos apuntes, anómalos o no, que, derivando de la constitución individual, amenacen el equilibrio necesario para que la persona huma­ na alcance su realización como tal. 2) Tratemos ahora de profundizar un poco más. El hecho de que el hombre sea un ser inteligente y libre tiene una ulterior fundamen- tación. El hombre es inteligente y libre porque su fundamento es el amor interpersonal en tanto que estructura capaz de humanización. Marañón ha desentrañado la estructura amorosa del hombre a partir de su bifurcación en dos sexos diferenciados. A su vez, paradójica­ mente, son la inteligencia y la libertad las que colocan el amor humano por encima del mero mecanismo del instinto llegando a hacerle tal precisamente por estar envuelto y subsumido en la inteligencia y en la libertad101. El hombre comprendió que era tal el día en que por 101. Muy bellas son las palabras escritas de Marañón, con las que narra el nacimiento del amor humano: «El primer amigo del hombre fue, pues, sin duda, la mujer: la mujer antes de serlo; cuando era sólo hembra, escogida al azar, para satisfacer el hambre del instinto, a medida que éste urgía. Pero una

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