PS_NyG_1982v029n003p0521_05900410

580 A dolfo G o n z á l e z -M o n tes De ningún modo se puede ser partidario de una interpretación de la acción histórica del hombre exclusivamente a partir del antagonis­ mo dialéctico de las fuerzas económicas tal como Marx la propugnó. El valor del método dialéctico es, en tanto que descriptivo, mucho. Esto es indiscutible; de él han recibido luz muchos acontecimientos históricos que han cambiado el rumbo de la humanidad. Leónidas Hegenberg ha puesto de relieve, ampliando la funda­ mental labor de otros autores, tales como Popper, Simard y algunos más, las limitaciones serias del método dialéctico, cuando éste, por un proceso de extrapolación, intenta elevarse de auténtico valor, en tanto que descriptivo del acontecer histórico, a la categoría de teoría básica 10°. Pues bien: tampoco se puede ser partidario del biologismo, como no mucho menos del darwinismo primero, si se quiere hacer de ellos criterios absolutos de comprensión de lo real. Está para mí fuera de duda el que Gregorio Marañón no es un biologista, ni menos un conductista a lo Skinner; o un cientifista, cuyas incoherencias y dogmatismos fustigó duramente. Ahora bien, ¿llevó Marañón su análisis todo lo lejos que éste puede llegar? Esa «biología integral», a la que él aspiró, y que, por ser tal, destruye de raíz cual­ quier tentación de biologismo, ¿puede ser completada y enriquecida desde otras perspectivas? Evidentemente que sí. He aquí, en unos cuantos puntos, esbozados esquemáticamente, mi personal punto de vista. 1) En primer lugar, estoy fundamentalmente de acuerdo con Ma­ rañón en que aquello que biológicamente viene exigido por el entra­ mado constitutivo del hombre debe ser considerado criterio interpreta­ tivo de su comportamiento. La dificultad se centra en delimitar el área de influencia de esa constitución biológica sobre la libertad inteligente del individuo. Si el espíritu humano, libre e inteligente, tiene hundidas sus raíces en la matriz corpórea de la estructura humana, tal y como viene exigido por su carácter encarnacional: en la misma medida que el espíritu es con­ dicionado por esta su materialidad, la materia es condicionada por él, que hace del cuerpo humano un ámbito pneumático. 100. L. H e g e n b e r g , o . c ., 204-219. Cfr. D. A n t is e r i, Análisis epistemológico del marxismo y del psicoanálisis, Salamanca 1978, en particular pp. 113-38 y 151- 64 (Popper y Albert).

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz