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R a í c e s y e n t o r n o d e l a p e r s o n a l i d a d . 579 ginas precedentes he tratado de poner de relieve esa «biología inte­ gral» que Marañón propugnó y a la que él siempre aspiró. Con todo, cabe preguntarse: ¿en qué medida la biología puede ser criterio má­ ximo de comprensión de lo humano? Las estructuras socio-económicas y políticas en las que se mueve el hombre de hoy, al igual que aquellas en las que se movió el hombre de otras épocas, ¿pueden, en última instancias, ser consideradas sólo como un epifenómeno del sustrato biológico del hombre? Algunos textos de Marañón, que he citado ya, rezan así: «En las especies animales, cuando hay concurrencia de machos, éstos dirimen por la fuerza la posesión de la hembra que, al fin es ganada por el más poderoso o el más hábil para vencer a su rival... El hombre podrá llegar, un día lejano, a partir su pan con el hermano desvalido; pero cuando pase entre los dos la mujer, y el instinto les llame a ambos con el mismo rotundo aldabonazo, cada hermano querrá ser más fuerte que el otro, por encima de todas las prediciones de los sociólogos; y el menos vigoroso físicamente intentará superar a su rival con su riqueza o con su jerarquía... Sexo, trabajo, lujo, desigualdad: estas palabras forman una cárcel, de la que la humanidad no saldrá; y es inútil buscar su sentido en las teorías económicas y sociales, porque se trata pura y simplemente de un problema de biología de lo s instintos » 98. «El sexo [dice en otro lugar Marañón] puede ser vencido por una ra¡- zón de orden social. Pero es un vencimiento fortuito, y, en cuanto pue­ de, recobra su s fueros» 99. No son éstas unas palabras casuales, lanzadas al viento de forma irresponsable por el médico español. Son fiel reflejo de su comprensión de la realidad humana, tal y como él la supo ver. Estos textos parecen darnos una respuesta afirmativa a los interro­ gantes que antes planteé. De ellos parece desprenderse que las coyun­ turas sociales, económicas y políticas no son sino un epifenómeno del sustrato biológico del ser humano. Pese a que habría que acudir a otros textos de nuestro médico, y pese a la valoración que he de hacer de sus conceptos éticos en otro lugar, no cabe duda que es en este punto de vista de Marañón, donde su pensamiento puede ser com­ pletado desde otras perspectivas. 98. Véase mi nota 38 de este trabajo. Subrayado mío. 99. Véase nota 41. Subrayado mío.

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