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R a í c e s y e n t o r n o d e l a p e r s o n a l i d a d . 525 tórica, y nos es relativamente sencillo el lograr su auténtico hallazgo en el fondo de los espejismos desconcertantes y las leyendas más apasiona­ das» 5. Piensa el médico ensayista que cuando nos acercamos al hombre, protagonista de la historia, nos encontramos con que, en la base de sus acciones, la verdad biológica de su constitución se halla condicionando postiva o negativamente el desarrollo de su plenitud humana. Y es desde este condicionamiento desde donde la vida, metida en la entraña de la historia —la vida es historia y la historia es vida, afirma Ma- rañón— , marca el rumbo de ésta. Si Enrique, el rey castellano, Amiel, Casanova, Olivares, Antonio Pérez o Tiberio, por citar algunos de sus historiados, recorrieron la vida reaccionando de un modo específico ante sus estímulos y desencantos, fue porque, en la base de sus acciones y de su comportamiento ético, «la verdad de su constitución» les con­ dicionaba, impidiéndoles obrar de otro modo y lanzándolos por los caminos más propios e intransferibles. De aquí que no le sea posible al hombre desarrollarse en plenitud si carece de un acuerdo funda­ mental consigo mismo. Tratemos, pues, de determinar ahora aquellos factores que inte­ gran, a juicio de nuestro médico, la «constitución» de los individuos. En primer lugar, Marañón se fija de forma muy especial en el pasado de los individuos: La herencia. Intimamente vinculada a la herencia, al mismo tiempo que condicionada por ella: la diferenciación sexual. La existencia humana se vive siendo varón o mujer. Cada ser humano se ve abocado a realizar la entitas humana que le constituye en cuanto tal, a partir de una de las dos formas existenciales en que se vierte la sexualidad: la masculinidad o la feminidad. Marañón pone de relieve la íntima presencia de la una en la otra, así como el pro­ ceso de evolución hacia la diferenciación que caracteriza a los sexos. De la fusión mutuamente determinante que se da entre estos dos fac­ tores, herencia y diferenciación sexual, arranca el vector tempera­ mental que caracteriza a cada uno de los seres humanos, y que viene a ser modelado por las circunstancias de tiempo y lugar (coordenadas espacio-temporales) de los individuos. Ahora bien, estos «factores de constitución humana» no quedan anclados, en el pensamiento de Gregorio Marañón, en una concepción biologicista del ser humano. La anatómico, lo fisiológico y lo psíquico, 5. Ensayo biológico sobre Enrique IV de Castilla y su tiempo, V, 104.

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