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568 A dolfo G o n z á lez -M ontes De esta forma, totalmente coherente con su teoría sobre la sexua lidad y el carácter bisexual de la especie humana, señala además Ma- rañón cómo las acusaciones hechas a D. Enrique por historiadores como Palencia y Hernando del Pulgar —de inducir a sus esposas al adul terio— , así como las acusaciones de homosexualidad que constante mente se hacen al rey, sean o no hechos ciertos, caben en la conducta del varón débil, y por lo mismo al borde de la homosexualidad 78. El rey castellano era un incapacitado para el amor por impotente, como Amiel lo fue por supertípico. Y esto, en definitiva, porque care cía de la diferenciación sexual exigida por la varonía. Diferenciación que, según el médico-historiador, Marañón, requiere la vida del ins tinto amoroso, que, si patológicamente se halla frustrado, lleva al hombre a una actuación anormal donde el hombre apenas si es res ponsable de sus actos. 5. El valor biológico de una leyenda Si la Historia no sólo se hace con datos, sino también con inter pretaciones —me he referido ya a estas palabras de Marañón—, un elemento, sugestivo siempre, y tan apto para la interpretación como el dato estricto, es la leyenda. a) Verdad y leyenda Marañón ha visto en la leyenda un valioso elemento de investiga ción histórica. La Historia ha de ser interpretada con datos y con leyendas. Del desbrozamiento que el historiador hace de ambos ele mentos historiográficos va surgiendo a lo largo del tiempo aquella verdad de lo histórico, que no es otra cosa que la simple vida humana. La verdad no está, pues, tejida sólo de datos comprobados, sino tam bién de leyendas: «El naturalista de hoy79 sabe que la leyenda es parte de la vida que fue; tan importante y tan necesaria para conocer esa vida como la misma 78. Señala Marañón en el ensayo sobre el Trastámara una de las modali dades del varón débil y del homosexual, cual es no sólo la espectación compla ciente del adulterio, sino incluso la inducción a él, y a veces, como parece que ocurrió en el caso del Rey, en la persona del hombre objeto de la predilección anormal homosexual. Véase a este respecto: V, 143-145. 79. Me he hecho eco antes de esa «biología integral», a la que Marañón aspiró. Recojo aquí este texto: «Insisto (agrega Marañón) en esta palabra —na turalista—, de noble amplitud, para alejar la sospecha de que trate de defender
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