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R aíces y e n t o r n o d e l a p e r s o n a l i d a d . 559 visto interpelado y obligado a profundizar en su propia esencia, acu­ diendo a sus orígenes fontales. Quizá nadie como Pierre Teilhard de Chardin, ha sabido compren­ der, entre los testigos de la fe de nuestro siglo, cómo el hombre es un ser libre dentro del proceso histórico ascendente de la Humanidad, que tiene sus leyes internas, y al cual puede sumarse o situarse al margen. El conjunto de circunstancias determinantes de la acción humana, en sus intentos por hacer avanzar la historia, individual y colectiva­ mente, ha sido el motor de estas reflexiones, que, a propósito de la labor histórica de Marañón, nos ocupan. 2. Medicina e Historia Si historiador —he citado ya las palabras de Laín— es tan sólo quien descubre la peculiar razón de ser de cada una de las situaciones del pasado y se siente íntimamente llamado a la faena de investigarla y comprenderla con rigor intelectual y técnico: ¿en qué medida el médico Gregorio Marañón fue historiador? En definitiva, ¿en qué me­ dida el médico puede ser historiador? Dice Rof Carballo63 que «todo gran clínico establece contacto con capas del alma colectiva que, personificadas en los tipos pintorescos o en las frases agudas, o en la forma de quejarse o de enfermar, entran a diario por las puertas de su consulta». Y añade a continuación que, mientras unos se quedan ahí, otros — tal es el caso de Marañón— se interesan por descubrir qué es eso que podemos llamar la mismidad del alma de los pueblos —en este caso del alma hispánica— a los que pertenecen los hombres que acuden a sus consultas. El clínico, cuando se acerca a la Historia, «no pretende ver los hechos —agrega Rof— de otra manera que la habitual». Lo que el clínico que hace historia pretende es inducir al historiógrafo a moverse en planos más profundos de la realidad distintos a los que habitual­ mente maneja. Y esto por medio de la «sorpresa escandalizante» M. El clínico pone su empeño en desenredar la complicada madeja de limitaciones inherentes a la estructura encarnacional del espíritu huma­ no. El médico puede aplicar al conocimiento de ciertos puntos histó- 63. España y su mismidad, en Rebelión y futuro, Madrid 1970. 64. O. 105. 6

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