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R a íc e s y en to rno d e la p e r s o n a l id a d . 553 rente si son calvos, lampiños o bellosos, si tienen cabeza grande o pequeña, si son obesos rojos, sanguíneos u obesos blancos. El mismo cabello tiene una peculiar relación con el genio del individuo: el cabe llo persistente es indicio de imaginación y de excelente memoria, pero de flojera de entendimiento 56. La figura externa y los trazos procedentes del sexo distinto de cada ser humano, tienen también una relación directa con la caracte- riología de los individuos. La figura eunucoide de Don Enrique IV de Castilla, a pesar de su magnitud desproporcionada, dejaba traslucir el complejo de inferioridad que el rey castellano sufría en su torturado espíritu: de ahí su abulia y su falta de autoridad. En los trazos enor memente masculinos del Conde-Duque se asomaba, acompañada siem pre por el gesto continuado, la tortura anímica de un ambicioso de poder. Así se acerca Marañón a sus historiados, buscando siempre al hom bre tras el análisis clínico y el histórico. Sabiendo que, si la forma es el esquema del alma — tajante afirmación suya— , es porque entre for ma y alma se da una íntima interrelación e interferencia en cuanto que ambas son principios constitutivos y exigitivos del ser único y perso nalmente indisoluble que es el hombre. Si la forma condiciona el eje temperamental del genio de los individuos, es porque, en el fondo, el temperamento entierra sus raíces en la misma constitución de los seres humanos. Cuando en el ser humano todo vaya tocando a su fin ante la pro ximidad de la muerte, el temperamento mantendrá aún encendida su llama en el alma de cada individuo. Nos hemos referido al examen temperamental que hace Marañón de la personalidad del Conde-Duque de Olivares. Pues bien; si el Con de Duque, nos dice nuestro autor, a medida que avanzaba su edad, iba despreciándolo todo menos el poder, era porque el eje temperamental de su genio lo constituía la ambición. Lo genial de Don Gaspar de Guzmán fue la ambición. Esta fue la que le llevó a tomar por esposa una dama de la Reina. Y la ambición fue la que le llevó a la capta ción ab initio del futuro Rey Don Felipe IV, cuando todavía era Príncipe de Asturias. La hostilidad del ambiente, los exabruptos inju riantes, o el respeto a la ética más elemental, eran piedrecitas insignifi- 56. Sobre el significado sexual del cabello, ver: Los estados intersexuales, V III, 523 ss.
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