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552 A dolfo G o n z á l e z -M o n tes mental de los seres humanos. El médico español coincide con Pende en ver en las glándulas endocrinas, en el sistema hormonal-vegetativo, para ser más precisos, la base del resultado morfológico, fisiológico y psíquico sobre la que se levanta el edificio espiritual de los individuos, y que condiciona todos sus comportamientos éticos. En el estudio sobre Olivares, Marañón presenta los dos tipos más antagónicos, polos opuestos del eje temperamental: el pícnico y el asténico. Tipos que Kretschmer funda, a su vez, en las dos grandes psicosis descritas por Krapelin y Bleuler: la psicosis maniaco-depresiva y la esquizofrenia. El pícnico, dice Marañón, propende al humor con alternativas: ya de exaltación hipomaniaca y de optimista sensualidad, ya de depresión melancólica — temperamento cicloide o ciclotímico— . El asténico, en cambio, suele poseer un temperamento frío e irritable, rígido, reconcentrado, de gran vida interior — temperamento esquizoi­ de o esquizotímico— 53. Don Gaspar de Guzmán, tras un análisis clí­ nico de su conducta, es situado por Marañón entre los pícnicos. En él forma y temperamento — biopsicotipo— contribuyen a esclarecer su pasión de mando. «L a forma es el esquema del alma, y puede ser, a veces, la fuente del amor o de la antipatía» 54, escribe Marañón. Vulgarmente se dice que el hombre no es ángel, como tampoco es bestia: sencillamente es hombre. El pensamiento contemporáneo habla de una estructura cere­ bral específica para que en el «animal» se haga posible la reflexión; de una estructura psicosomática precisa sin la cual la manifestación del espíritu en la materia se hace imposible. Y es precisamente esta materia hecha humanidad, amasada en muy distintas circunstancias la que pone unos límites y unas modalidades a la manifestación de lo espiritual en el hombre; pero esto no dejaría de encerrar un criptodua- lismo si no supiésemos que al mismo tiempo el espíritu hace de la materia su propio ámbito, encontrando en ella un lugar específico de su manifestación. Y porque esta manifestación encarnacional del espíritu humano es tal, siempre es diversa en los individuos. Comentando Marañón, en su nuevo examen, elviejo Examen d Ingenios de Huarte, pone de relieve cómo éste ha observado fina­ mente 55 que los individuos actúan según una constitución anímica dife- 53. El Conde-Duque, V, 555. 54. Notas sobre Huarte, III, 279. 55. III, 278-280.

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