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R aíces y e n t o r n o d e l a p e r s o n a l i d a d . 549 Amiel está incapacitado para apreciar el proceso normal de la vida sexual de los humanos que acaba resbalando sobre él. A la base de Don Juan — Casanova fue un alto ejemplo de donjuanismo, según Marañón— , el médico español ve al hombre sexualmente indiferen- ciado, el hombre inmaduro, que tendrá que hacer calaveras, ser irreli­ gioso y polémico, para justificar ante sí mismo, su propia falta de hombría. No pueden, pues, ser iguales los temperamentos de Amiel y Casanova48. Tampoco pueden serlo los de Olivares, posesionado de una pasión devoradora de poder, y Don Enrique, el rey castellano abúlico por impotente. Cada uno de estos personajes ha recibido una herencia biológica distinta; ha vivido su propia conciencia de sí desde fronteras diversas de la diferenciación sexual; sobre él han presionado factores ambien­ tales muy diferentes. Factores todos que condicionan el eje tempera­ mental del individuo. Marañón buscó siempre este vector temperamental, llamado don de naturaleza. A través de él quiso sumergir los tentáculos de su análisis hasta las raíces condicionantes de los más diversos comporta­ mientos. Cómo y de qué forma el temperamento, apoyado sobre estas raíces constitucionales de los individuos, y presionado por los factores seña­ lados, influye, según nuestro médico, sobre el genio de los seres hu­ manos, es lo que exponemos a continuación. 2. La forma esquema del alma. El biopsicotipo a) E l punto de vista de la psicología Philips Lersch49 ha establecido una conexión entre los diversos temples estacionarios y ese don de naturaleza que llamamos tempe­ ramento. Llama Lersch temples estacionarios a los distintos estados constan­ tes que experimenta el ser viviente. Vienen éstos a ser como el tras- fondo difuso del que se destacan como saliencias los fenómenos de pulsión tendencial, concienciación, afectividad y conducta activa. Lerchs 48. Véase, por ejemplo, aunque más adelante, como ya he indicado, abor­ daré más de cerca este tema: Amiel, V, 230-231; Don Juan, V II, 208-211. 49. La estructura de la personalidad, Barcelona 1966.

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