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R a íc e s y en to rno d e l a p e r s o n a l id a d . 546 animales, cuando hay concurrencia de machos, éstos dirimen por la fuerza la posesión de la hembra que, al fin, es ganada por el más poderoso o el más hábil para vencer a su rival... El hombre podrá llegar, un día leja­ no, a partir su pan con el hermano desvalido; pero cuando pase entre los dos la mujer, y el instinto les llame a ambos con el mismo rotundo aldabonazo cada hermano querrá ser más fuerte que el otro, por encima de todas las predicaciones de los sociólogos; y el menos vigoroso física­ mente intentará superar a su rival con su riqueza o con su jerarquía... Sexo, trabajo, lujo, desigualdad: estas palabras forman una cárcel, de la que la humanidad no saldrá nunca; y es inútil buscar su sentido en las teorías económicas y sociales, porque se trata pura y simplemente de un problema de biología de los instintos» 38. Dejemos para unas líneas posteriores la valoración crítica de estos textos. Por su parte, Marañón ve en el sexo femenino el ejercicio de la maternidad como su función más peculiar y definida. Teniendo en cuenta cuanto se ha dicho ya de la intersexualidad humana, es preciso situar a la mujer en esa etapa intermedia de la sexualidad — la forma terminal de la sexualidad es la varonía, según Marañón— en que la evolución sexual se interrumpe para desarrollar una característica pe­ culiar de la cual la mujer es portadora: la maternidad. «La mujer es psicológicamente una "hermana menor del hombre” , por­ que ello es necesario para el auge de las cualidades psicológicas y afecti­ vas propicias a la maternidad —hipersensibilidad, ternura, espíritu de sa­ crificio, atención exquisita a los problemas prácticos, tendencia conserva­ dora— ; y su libido es poco intensa y su erotismo embotado, porque la maternidad exige utilizarlos como simples medios de acceso para el fin reproductor, y no como objetivos terminales» 39. De aquí que, para Marañón, el éxito social de la mujer — caracte­ rística de la función sexual del trabajo masculino— sea más «un moti­ vo de apartamiento para el hombre, que acicate de su inclinación amo­ rosa». Maternidad y trabajo físico son incompatibles, escribe nuestro autor. La maternidad, «aunque, en el tiempo, sea un episodio en la vida de la mujer, es, bioló­ gicamente, el eje del concepto de la feminidad. Por ello, la mujer, como 38. III, 103. 39. Los estados intersexuales, V III, 694-695.

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