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544 A do l fo G o n z á l e z -M o n t e s Función ésta del trabajo que no puede, perfila sus palabras Ma­ rañón, entenderse únicamente como esfuerzo corporal rudo y agotador, impuesto por el amo. El trabajo, el esforzado — el esforzado, por ejemplo, y «forzado» remador de galeras, precisa Marañón— no tipi­ fica el trabajo del hombre, pues sabemos que trabajar, en sentido exacto y ancho, no es sólo contraer los músculos y derramar sudor, sino «ejercer toda la complicada variedad de los modos de actuación social para lograr, bien el sustento estricto de cada día, bien la riqueza superflua o la gloria, con la que el hombre complementa su actividad sexual primaria». Por eso, cuando el varón intenta zafar esta importante función del trabajo con suplencias, tales como el deporte, el escalafón, u otras, en el fondo, manifiesta esta su situación una carencia de diferenciación sexual auténtica 37. Marañón se hace una seria pregunta sobre las realidades sociales y económicas que esta función biológica trae consigo: diferencias de clase social, lujo, opresión del dinero. La respuesta que se da a sí mismo y que pone a nuestra consideración puede resumirse en algunos de sus textos: «Entre el esfuerzo rudo primitivo y el dinero o la gloria actuales no hay más que diferencias externas: su sentido sexual es el mismo. La prue­ ba es que ambos objetos de la actividad humana se convierten frecuente­ mente en centros, y muy poderosos, de atracción sexual. En las especies 37. Hago aquí, de pasada, una referencia a la actitud crítica de Marañón frente al deporte. Siempre combatió el deportismo, como nefasto creador de un falso sentido del deber cumplido: «...hay algo que es esencial al trabajo, que le define y distingue de aquél —el deporte—, y es la creación. El trabajo crea siempre, desde el pan, que se logra a cambio del esfuerzo físico; desde el dinero que el patrón deja en la mano del obrero al fin de la semana, hasta el zapato terminado, el trozo de pared, el verso o la verdad descubierta. El deporte, en cambio es estéril, salvo su utilidad... para la salvaguardia de la salud yel auge de la atracción del sexo. Es, pues, un remedio incompleto de su hermano mayor, más perfecto y fecundo: el trabajo. La eficacia del de^ porte se extingue al terminar el juego; la del trabajo perdura en la obra cons­ truida. Por ello, dígase lo que se quiera, eldeporte como ocupación única de la vida, es ocupación de gentes inferiores, que hacen sport para que la natura­ leza les perdone el pecado de no trabajar» (Sexo, trabajo y deporte, III 110- 111 ). Marañón supo, con todo, dar a los deportistas profesionales la categoría de trabajadores, ya que con ella ganan la vida. Situación diferente de la del depor­ tismo. Sin embargo, las nefastas consecuencias —verdadero nuevo opio que adormece las masas— del deportismo supo definirlas con justicia.

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