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536 A dolfo G o n z á le z -M o n tes Entre los signos físicos de la masculinidad y de la feminidad no existe una oposición radical, sino tan sólo una diferenciación de grado. Para Marañón es esto tan evidente que no duda en afirmar que: «dentro de una general hipoevolución, el organismo femenino se ha es pecializado para una función determinada, que es la maternidad; a cuya especialización se debe el mayor progreso de los órganos encargados de «cumplirla» y «que la causa del alto que el organismo femenino hace en su evolución, acampando cerca de la adolescencia, sea; precisamente, que la energía morfogenética se canaliza en el sentido de fomentar el auge de los órganos maternales, con detrimento de la evolución total»24. Advierte Marañón que cuanto él dice acerca de los caracteres se xuales anatómicos puede afirmarse también de los caracteres funcio nales. La intersexualidad abarca al hombre entero, porque la sexualidad impregna todo el ser de la persona: caracteres anatómicos y funciona les son manifestaciones de estados diversos de intersexualidad. Marañón mantiene la tesis de que «la casi totalidad» de las formas de intersexualidad humana son verdaderas inversiones parciales. Ahora bien, ¿cómo explicar el fenómeno? Todos los casos de inversión par cial, que Marañón señala, son debidos, puesto que son variaciones de un mismo fenómeno, a que cada carácter sexual tiene, por así decirlo, su evolución propia disociada de la de los demás. Por otra parte, cualquiera que sea su explicación, añade Marañón, es necesario admitir la existencia de una forma de intersexualidad unilateral, variedad de las intersexualidades parciales, que contribuye a enseñarnos que la sexualidad no evoluciona sino fragmentariamente. La intersexualidad no es una realidad uniforme y monocolor de la sexualidad humana. La persona se ve afectada por ella de muy di versas formas, y tendrá que librar diversas crisis a lo largo de la vida en la carrera que el ser humano experimenta hacia la perfecta diferen ciación sexual. Es, precisamente, esta evolución de la intersexualidad la que voy ahora a ofrecer al lector, siguiendo en su mayor parte el prólogo (fechado en Toledo, 1927) de Marañón a la obra de Lipschütz, Las secreciones internas de las glándulas sexuales 2S. 24. V III, 538. 25. Breve ensayo en torno a la intersexualidad clínica. Prólogo al libro de L ipschütz , Las secreciones internas de las glándulas sexuales, Madrid 1928 (I, 47-60). Tengo aquí presentes también otras obras de Marañón, ya citadas:
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