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R a íc e s y en torno d e l a p e r s o n a l id a d . 535 2. Concepto de intersexualidad No cabe la menor duda de que si esto es así, se nos hace preciso tratad de aclarar el concepto de intersexualidad marañoniano. Hasta ahora, constata Marañón, partiendo de una orgullosa creencia (inte­ gridad absoluta y oposición soberbia de los distintos sexos), todavía no desterrada, los estados de la sexualidad confusa se consideraban como «anomalías monstruosas si afectaban a la morfología —los her- mafroditas— o como aberraciones y pecados graves, como monstruo­ sidades del espíritu, cuando se referían a la inclinación del instinto —homosexualidad—». Hoy, sin embargo, la ciencia pone de relieve que el varón-tipo y la hembra-tipo son entes casi en absoluto fantásti­ cos: es necesario, pues, que adquiramos un concepto claro de la inter­ sexualidad, que matice justamente aquello de que cada célula del hom­ bre es masculina y cada célula de la mujer es femenina. Tanto más si hemos de vernos envueltos en una valoración ética de la conducta sexual de los individuos. Según el doctor Marañón, hemos de afirmar que se da intersexua­ lidad en la especie humana cuando «coinciden en un mismo individuo —sea hombre, sea mujer— estigmas físicos o funcionales de los dos sexos; ya mezclados en proporciones equivalentes; ya, y esto es mu­ cho más frecuente, con indiscutible predominio del sexo legítimo sobre el espúreo» 22. Por otra parte, «casi todos los seres humanos están toca­ dos, en grado mayor o menor, de una sombra de intersexualismo, sin detrimento de su normalidad social» 23. Por eso, aunque teóricamente no se puede negar la posibilidad de un grupo de seres humanos que posean una diferenciación de la gónada tan perfecta que haga impo­ sible toda alteración impura de su especificidad sexual, hemos de reconocer que todos, por regla general, entre los mortales, estamos amenazados por igual. La razón científica de esta afirmación la encuentra nuestro médico endocrinólogo en que en ambos sexos, aun con franco predominio de uno de los dos, el otro siempre suele estar presente en actitud de resurgir si los condicionamientos favorecen tal situación, debido pre­ cisamente a esa no plena diferenciación gonádica de los individuos. 22. VIII, 509. 23. VIII, 508.

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