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486 G e rm á n Z amora Jacquier y Pourchot, «y en caso de no abrazarse el último, se abrace el Jacquier primero que el Villalpando». Sus dos colegas de proyecto, Isidoro Alonso e Ildefonso Sanz, se contentaban con un juicio de valor entre Jacquier y Villalpando. Singular fue el voto del licenciado Rafael Barriga, seguido por el de casi todos los consiliarios. Pedía un cotejo sobre la utilidad, «y otro, principalísimo, sobre los principios que cada uno tenga más acomodados a Santo Tomás». Aunque ese voto no despertara eco de momento, probablemente por haberse formulado cuando ya habían dado su parecer los demás, la apostilla de Barriga sería luego el santo y seña en la actuación de los examinadores elegidos en el claustro siguiente 6. 3. La facultad de filosofía, marginada en una comisión informativa sobre su propio objeto Antes de concluirse el del 7, se discutió el número de los mismos y la facultad de donde saldrían, es decir, su especialidad científica. Se impuso el criterio de nombrar cuatro teólogos, un jurista y un médico, excluyéndose a los miembros de la facultad de artes, pese al deseo de muchos de que la comisión incluyera al catedrático de matemáticas. Aunque todos seis comisionados hubieran pasado una vez, como alumnos, por la facultad ahora marginada, y los teólogos hecho escala en ella más tarde como docentes, e incluso uno de los nombrados apa­ reciera todavía como su catedrático en el nomenclátor del curso 1779- 80, no puede menos de llamar la atención la lista de censores de un curso filosófico en la que no se da entrada a ningún profesor actual de la asignatura. Con este antecedente, la suerte se echaba, en buena parte, de antemano. Al distribuirse por votación los seis puestos en la reunión del 10, obtuvo el de primer comisario por teología Basilio de Mendoza, monje bernardo, catedrático de prima y vicecanciller; el segundo, el doctor D. Juan Toledano, catedrático de Santo Tomás; el de tercero, el maes­ tro Leonardo Herrero, premostratense y opositor a teología; el de 6. AUSal L. 241 ff. 12-14. El diputado Barriga, recientemente licenciado (ibid., L. 483 f. 5), propondría, además, en el debate sucesivo sobre el número, índole y plazo concedible a los comisarios para el desempeño de su escrutinio, que se eligieran seis, «sin que entren los de Algebra, Matemáticas ni Física», y se les señalaran doce meses.

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