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F . DE VlLLALPANDO Y LA UNIVERSIDAD DE. 499 brazadas de leña; Carlos V, «el Glorioso», estableció, en 1540, la pena que «a este religioso le ocasiona desmayos y deliquios». Y la práctica de la Iglesia coincide con la de los reyes de España. Si no se sirvió de ella en los tres primeros siglos, fue porque no tenía «a quien en­ tregar los herejes para que los destinasen al último suplicio», por estar regido el mundo por príncipes gentiles. A tales extremos han conducido al P. Villalpando sus dos actitudes filosóficas capitales: por la de aversión a la Escolástica ha ido, aunque sin darse cuenta, a engrosar la escolta de Lutero y Calvino; por idolatrar la moderna, ha hecho el juego, no menos inconscientemente, a «los Espinosas, los Hobbes, los Bayles, los Rousseaus, los Voltaires, y otros innumerables monstruos que vomitó el Abismo para hacer guerra a la Re­ ligión, a la pureza de las costumbres y a las legítimas Potestades. A éstos, y a la Filosofía que profesan...»23. 5. La física, metafísica y lógica de Villalpando ante sus contrarios Muy diverso es el valor que les merece esa misma filosofía en la parte no especulativa o doctrinal, sino práctica. La reconocen, con Villalpando, grandes ventajas para la medicina, industria, comercio, navegación y conquista de la naturaleza. No se oponen a que se curse e investigue intensamente, pero fuera de las universidades, como en los Colegios de Cirugía de Cádiz, Barcelona, Madrid y en otros centros. En las universidades podrá admitirse a lo más dentro de límites bien con los apestados, se ostente indolente hacia el peligro que esta indulgencia pueda traer a los sanos. Este escritor no aprueba el tolerantismo, que es a la sazón el objeto de la persuasión de los impíos, que pretenden inspirar a los Príncipes concedan una absoluta impunidad a las más horrendas y execrables blasfemias contra Dios y con que quieren arrojarle de su Trono. Pero da un paso no pequeño hacia él» (ibid., f. 113v.). 23. «Si el P. Villalpando, repetimos, hubiera considerado todo esto, se hubie­ ra guardado de hacer escolta, bien que con intención diferente, a los Luteros. a los Calvinos y a los Buceros: habría templado, por consiguiente, su estilo, y no derramado tanta hiel sobre los Escolásticos» (ibid., f. 99). La cita sobre el elenco de «impíos», ibid., f. 97. Más ejemplos de su interpretación de la actitud de Villalpando frente a la filosofía escolástica: «el ardor con que intenta desterrar la Filosofía antigua»; «los que tuvieron la desgracia de ser educados en los principios de la expre­ sada pestilente Filosofía»; «tiene por exóticas e inverosímiles cuantas conclu­ siones defienden los Escolásticos»; «no menos se burla, y sea el tercer ejemplo, de la opinión de los Escolásticos, que creen ser movidos y regidos los Cielos y Astros por Inteligencias Angélicas» (ibid., f. 108v.).

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