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496 G e rm á n Z amora 3. Fe, progreso y "librepensamiento” No pensaba Villalpando, ni remotamente, impugnar la universidad como institución, o la enseñanza de la teología y de la filosofía, sino la supraestructura peripatética de las mismas, a la que consideraba causa importante del retraso nacional, así como en el progreso de otros pueblos veía elefecto de haber superado una situación antes común. Comparando los diversos países europeos, no percibía dife rencia mayor, a ese respecto, que el haberse abierto unos a la cultura moderna, cuyas muestras señeras eran su ciencia y filosofía, y el con tinuar otros cerrados a ellas. En cambio, el horizonte de sus adversarios no era ese de los ade lantos materiales, científicos y técnicos, hijos de la «filosofía moderna», sino el de la ortodoxia religiosa y su defensa, estrechamente vinculadas a la filosofía escolástica 16. Estaban prontos a reconocer y asimilar ciertas ventajas derivadas del lado práctico de aquella filosofía, pero ¿cuál era el mérito de la misma en su vertiente especulativa, tanto de la sistemática como de la ecléctica? Ninguno, en su opinión, y mucho menos para la inteligencia y defensa de la fe 17. ¿Qué tenían que ver con estas concepciones como 16. «Felices, por cierto, la Inglaterra, la Alemania, la Prusia y la Suecia, en juicio del P. Villalpando, porque, si algún tiempo tuvieron la desdicha de padecer los perjuicios enormes que induce precisamente la Filosofía antigua en donde se estudia, ya a beneficio de la que se introdujo años ha en aquellos Países, estarán bien dirigidas sus Iglesias, reformadas sus costumbres, y flore ciente el Estado, cuando en España, por el contrario, debiera verse obscurecida la fe, enervada la disciplina, la disolución triunfante, y lánguida la República. A tales extravagancias precipita el empeño de introducir novedades que no es reglado por la moderación y el juicio» (ibid., f. 96v.). Con perspectivas tan desiguales era difícil llegaran a encontrarse los planos de los respectivos discursos, más aun si se trataba de reducir al absurdo al adversario, como cuando escriben: «Bien sabemos que no se han de fomentar los defectos verdaderos que se encuentran en la Patria con la adulación v la lisonja. Pero ¿hay en España tantos y tales como los que el P. Villalpando encarece? ¡De esta suerte, sería más hórrida, más inculta y más infeliz que Ja Sarmacia antigua y la Siberia actual» (ibid., ff. 97v.-98). 1?. El enfoque apologético está presente en todo el extracto, plasmado en asertos como estos: «En la doctrina católica no necesitamos rebuscar las verdades, sino defenderlas». «Es cierto que los Escolásticos, aunque los llama zafios, in cultos y huéspedes en la genuina Filosofía y doctrina sana, como lo hace el P. Villalpando sobre su palabra, mirarán con ceño toda novedad filosófica que tenga conexión, o pueda tenerla, con lo que enseña la fe» (ibid., f. 101v.).
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