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F . DE VlLLALPANDO Y LA UNIVERSIDAD DE. 493 Los términos clave de esa condena parecían elegidos para herir al reo en los dos puntos más sensibles de su quehacer de ilustrado, los de ser útil a su país difundiendo las lu c e s ... ¿Cuáles eran los fundamentos de censura tan acre? Sería difícil individualizarlos en el extracto, si su redactor no los hubiera desembrollado en la recapitulación. Apunta cinco, vertebrán dolos en torno a su preocupación escolástica general, pues esta filo sofía constituyó su visual indefectible. Pero al flanco de esa línea mo- nocorde hay apoyatura suficiente para destrenzarla en esta serie de motivaciones, reales o presuntas: — las ofensas del manual a todo lo escolástico — la filosofía moderna, por él defendida — sus ideas libertinas, filoheréticas y hasta obscenas — el eclecticismo que lo inspira — la mayor utilidad o armonía del de Jacquier y, sobre todo, del de Goudin, con la teología escolástica. Escrito con vehemencia, afloran de continuo otros temas menores, transparece bastante al vivo en muchos párrafos el clima de la reac ción católica en la década prerrevolucionaria, y con frecuencia se olvida esta máxima que se esgrime contra Villalpando: «El indicio menos equívoco de que algún autor no busca sinceramente la verdad, es el uso frecuente de los dicterios en que prorrumpe contra los que no adoptan sus sentimientos» 11. En el análisis del extracto no seguiremos el orden del resum en trazado por Herrero 12, ni tampoco el del esquema que acabamos de que se defendiera, y luego devuelta por éste junto con su apología. En todos estos ejemplares se advierten defectos de fidelidad. N. C u e st a D u tari ha publi cado la copia del AUNSal en su misceláneo El Maestro Juan Justo García (Sala manca 1974) II, 42-72, multiplicando aquellas deficiencias con muchas otras de mera lectura, como la de «Japonia» por Laponia, «momos» por átomos, «San Justiniano» por san Justino, etc. 11. AHNC, l c i t f. 99. 12. He aquí sus enunciados, casi a la letra: El P. Villalpando encarece tanto el mérito de su curso —en realidad, una mera compilación filosófica— que da lugar a que crean los extranjeros que en España no hay talentos ni instrucción para formar otro de superior clase. Su pintura de nuestras universidades y ejercicios académicos es más horrible que la de los peores herejes. Vilipendia a todos los escritores escolásticos sin excepción, con un atrevimiento que debe llamarse insolencia. De ser cierto cuanto afirma, hoy sería España más hórrida e inculta que la Laponia. Se burla de los prin-
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