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492 G e rm án Z amora la primera universidad de la nación en su megáfono, con una adver­ tencia atronadora a los disidentes del pensamiento tradicional. El «extracto Herrero», como podría ser denominado el sumario, marcó así un clímax en la división de los espíritus en la España de Carlos III: lo que era para unos «pieza digna de esculpirse en bron­ ce», lo calificaban otros de un alarde de desfachatez. En el trasfondo mostraban su cariz las dos Españas. II.—EL JUICIO SALMANTINO CONTRA LA FILOSOFIA MODERNA 1. La acusación, en síntesis Herrero dedicó la mayoría de los cincuenta folios a que redujo los cuatro dictámenes personales disponibles, a extender los motivos de la censura. Tanto se alargó en razonarlos que, al final, confesaba él mis­ mo haber sido demasiado prolijo. Esa amplitud desmedida se debe, en buena parte, al tono oratorio y despliegue de erudición adoptados. Para él, además, «motivos», o fundamentos, eran sinónimos de «reparos» y «defectos». En su vista, se rechazaban los dos manuales de filosofía propuestos por el Consejo, pero muy singularmente el del autor nacional, al que dedicaba su atención casi en exclusiva. El texto de Villalpando era reputado «no sólo inútil al aprovechamiento de los Profesores Jóvenes, sino opor­ tuno para inducir considerables atrasos en su instrucción» 10. 10. AHNC leg. 5539 n. 34 f. 94v. Utilizamos esta copia autenticada del extracto, de cuyo original se hicieron y distribuyeron muchas más, alguna de las cuales debió llegar a manos del Filósofo Rancio, que repite pasajes del mis­ mo, luego citados por otros como si fueran del P. Alvarado (v. gr., por G. F r a il e , Historia de la filosofía III, 1066). De ellas conocemos sólo tres ejem­ plares, siendo el primero éste del AHNC leg. 5539 n. 34 ff. 94-118, el segundo el del AUSal L. 241 ff. 239-62, y el tercero otro del mismo leg. del AHNC n. 34 ff. 185-223. Todos tres pueden considerarse ya copias del verdadero ori­ ginal, autenticadas, en los dos primeros casos, por la firma del secretario de la universidad; la copia de ésta va dirigida al claustro, ante el que fue leído el dictamen a 3 de agosto de 1780, y está firmada por los cuatro comisarios que lo aprobaron, es decir, Mendoza, Toledano. Herrero y Vélez. La primera copia del AHNC, fechada el 12 de agosto de 1780, porta las firmas del rector, que la dictó para su más pronto envío al Consejo, y las de Mendoza y Toledano. De ella se sacó la segunda copia del AHNC. enviada a Villalpando a fin de

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