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S an F r a n c isc o a n t e e l d e s a f ío . 417 consideración?». Y comenta: «Las cosas no irían tan mal si nuestras responsabilidades públicas las orientáramos más y más sobre el Santo. El Santo de Asís —lo ha reconocido Lenin— podría ayudarnos a que la pobreza y la riqueza convivieran en justicia y rectitud» 9. Esta autorizada presentación de la obra de K. Ipser nos incita a calar aun más en la misión histórica que éste atribuye a San Francisco. Esta misión histórica la hace girar en torno a dos puntos fundamen­ tales, que se entreveran en el pensamiento de este escritor: la nece­ sidad urgente de que la Iglesia vuelva a la sencillez evangélica en un ambiente de pobreza franciscana y el mensaje franciscano de fraterni­ dad universal. Sobre el primer punto reflexiona K. Ipser en uno de sus capítulos centrales: El misterio de San Francisco. Lo abre con una de sus frases desorbitadas: «E l Papa es el representante de Cristo en la Iglesia; Francisco es el representante de Jesús en el mundo» 10. Insostenible esta frase si se quiere con ella establecer alguna equiparación entre el Papa y Francisco; pudiera aceptarse en el sentido en que R. Guar- dini afirma, ponderada y teológicamente, que todos los santos «tradu­ cen a Cristo», pero que San Francisco da aun algo más: «lo hace pre­ sente» 11. Esta presencia de Jesús en Francisco es la clave del gran poder histórico del Santo. K. Ipser piensa que el poder de éste es capaz de realizar un cambio total en el mundo a través de su absoluta pobreza. Esto le hace insuperable en su lucha contra el mal. Para el historiador de Viena, el Vaticano II tocó una de las cumbres cuando, en nombre de muchos otros Padres, el obispo von Split hizo esta confesión: «Lo que nos falta es la pobreza evangélica... Los rumbosos títulos de este Concilio deberían tomar una obligada dirección hacia la pobreza por parte de la jerarquía católica». Como comentario a estas palabras aña­ de por su cuenta K. Ipser: «En la pobreza se decide el destino de la Iglesia. Ella debe tener una gran preocupación por el cristiano anóni­ mo, para que éste tenga un encuentro con Cristo no sólo por los sacramentos sino, sobre todo, por el amor concreto, a través de una viva fraternidad» 12. 9. R. G r a b e r , en Franziskus, rette meine Kirche, Stein am Rhein 1977. 10. Franziskus, rette meine Kirche, Stein am Rhein 1977, 97. 11. Der Bericht über das Leben des heiligen Franz von Assisi oder Der Spie­ gel der Vollkommenheit, mit einem Nachwort von Romano Guardini, München 1981, 250. 12. Franziskus, rette meine Kirche, Stein am Rhein 1977, 114.

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