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L a tolerancia en el pensamiento de . 347 no solamente porque mantenga o practique aquello que, en su con­ ciencia, él cree ser la verdad —como es el caso de Daniel que fue arrojado a la cueva de los leones por defender su fe o el de tantos cristianos que no cesan de predicar y practicar lo que ellos estiman ser los mandamientos de Dios— , sino también porque se atreva a no prestar obediencia a aquellas doctrinas y cultos que, lejos de ajus­ tarse a la voluntad divina, son puras invenciones e imposiciones hu- 174 manas En cuanto a la distinción que hace referencia a puntos doctrinales, unos fundamentales y otros circunstanciales, R. Williams se pronuncia de forma negativa ya que, en caso contrario, «I should everlastingly condemne thousands, and ten thousands, yea the whole generation of the righteous, who since the falling away (from the first primitive Christian state or worship) have and doe erre fundamen­ tally concerning the true matter, constitution, gathering and governing of the Church: and yet farre be it from any pious breast to imagine that they are not saved, and that their soules are not bound up in the bundle of eternall life». En el Nuevo Testamento existen cuatro clases de fundamentación espiritual o cristiana. La primera hace referencia a Cristo fundamento de todo y de quien dependen personas, doctrinas y prácticas; la segun­ da a las fundamentaciones ministeriales, en las que la Iglesia se cimen­ ta sobre apóstoles y profetas; la tercera dice relación a la fundamen­ tación de la gloria futura y la cuarta es la fundamentación de aquellas doctrinas sin cuyo conocimiento no podía haber auténtica profesión de fe cristiana, como, por ejemplo, los principios del arrepentimiento y de la fe en Dios, la doctrina del bautismo, la resurrección, el juicio y otras similares. Pues bien, incluso en algunas de estas doctrinas fundamentales el pueblo de Dios puede ser ignorante; puede mez­ clarse en sus prácticas religiosas con los pueblos paganos y sin em­ bargo la llamada de Dios es clara y constante para salir de su pecado y abominación 175. En lo que se refiere a la distinción en la que se habla de deberes fundamentales y secundarios respecto a la ley así como de la adora- 174. Id., o . c ., 63-4. 175. Id., o . c ., 65-7.

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