PS_NyG_1982v029n002p0255_04110410

346 J uan J o s é H . A lonso da pie para exponer el preámbulo o problemática entonces vigente acerca de la libertad de conciencia. Se plantea, en primer término, una cuestión fundamental de la que, consideradas las circunstancias político-religiosas de la época, de­ penderá en absoluto toda la discusión, a saber, si la persecución reli­ giosa está o no en conformidad con la doctrina de Cristo. Tras ella, se determinan los contenidos del concepto de persecución por motivos de conciencia, incluyéndose en él tanto la profesión de puntos doctri­ nales que, en conciencia, son tenidos como verdaderos como la práctica de aquellas obras que, también en conciencia, son consideradas un deber religioso. Respecto a la doctrina se distinguen puntos funda?nen- tales, necesarios al hombre para su salvación, y circunstanciales o me­ nos principales, en los que puede haber diferencias de opinión sin perjuicio de la salvación; en cuanto a la práctica se conciben asimismo actos relacionados con los deberes fundamentales de la ley, como por ejemplo, a qué Dios adoramos o qué clase de adoración le tributamos, mientras que otros son más secundarios. De nuevo, y en lo referente a puntos de doctrina y praxis menos importantes, se hace distinción en el modo de profesarlos bien sea de forma pacífica, aunque sean erróneos o ilegales, o de modo arrogante e impetuosa que ponga en peligro la paz civil. Fnalmente se habla de conciencia rectamente infor­ mada y de conciencia errónea y ciega m. A estas distinciones, que en boca de Cotton tipifican grosso modo la problemática en torno a la libertad religiosa, responde R. Williams de la forma siguiente: Respecto a la primera distinción, que hace referencia al concepto mismo de libertad religiosa, el pensamiento de R. Williams, expresado en boca de «Truth», en perpetuo diálogo con «Peace», es claro y contundente: «I acknowledge that to molest any person, Jew or Gentile, for either professing doctrine, or practising worship meerly religious or spirituall, it is to persecute him, and such a person (what ever his doctrine or prac- tice be true or false) suffereth persecution for conscience» 173. Pero además, argumenta Williams, la distinción de J. Cotton no no es completa en el sentido de que un hombre puede ser perseguido 172. R. W il l ia m s , The Bloudy Tenent of Persecution, en TheComplete Writings of R oger Williams, III, New York 1963, 41-2. 173. Id., o . c ., 63.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz