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340 J uan J o sé H. A lonso vamente, se distanciaban de la concepción de la Historia mantenida por R. Williams que hemos descrito en otro capítulo 158. La causa de esta postura de los cuáqueros hacia la Sagrada Escri­ tura que, al menos prácticamente, es objeto de degradación, hay que buscarla en su famosa teoría de la luz interior, «the inner light». Dicha luz interior es inmediata e infalible de tal suerte que cualquier acción humana tiene como causa inmediata e infalible al Espíritu de Dios que actúa en el hombre. Para Williams, la actividad salvífica de Dios en el hombre se manifestaba mediatamente a través de actividades co­ mo la meditación, la oración o la predicación 159 y la infalibilidad que predicaban los cuáqueros no era sino un engaño de Satanás. De nuevo nos encontramos con un racionalismo puritano que busca la verdad a través de su razón o de testimonios bíblicos que satisfagan sus exigen­ cias racionales 160 frente a un sentimentalismo cuáquero que cimenta la autoridad de su verdad religiosa completamente al margen de la capacidad intelectual humana. Los riesgos que se derivan de esta teoría en el campo político también fueron detectados y denunciados por R. Williams. La pretensión de la luz interior en el hombre que guiaba indefectiblemente su conducta en todos los campos y la sabi­ duría que infundía abrían un camino de anarquía política, sin leyes de ninguna clase, en el que la persecución y la represión estarían jus­ tificadas en aras del juicio infalible de los magistrados que pertene­ ciesen a la secta religiosa de los cuáqueros 161. Los cuáqueros creían en un Dios, omnipotente y eterno, creador y conservador de las cosas visibles e invisibles. También creían en Je­ sucristo, hijo único de Dios, concebido por el Espíritu y nacido de María. El es la imagen visible del Dios invisible, el principio y fun­ damento de todo, por cuya redención el hombre obtiene el perdón de lospecados y la salvación.Pero, a diferencia de lospuritanos que confesaban a un Jesúshistórico, aun Jesús que había vivido en este mundo, comportándose como verdadero hombre, los cuáqueros creían en la omnipresencia de Cristo, encontrándose «in every mans heart that cometh into the world» (Jn 1, 9). La omnipresencia predicada por los cuáqueros pugnaba con la concepción puritana de un Jesús físico que había habitado en el mundo de los hombres. Por esta razón, R. 158. Id., o . c 205. 159. Id., o . c ., 127. 160. Id., o . c ., ib id . 161. Id., o . c ., 167.

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