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La t o le r a n c ia en e l p en sam ien to d e . 337 lliams, ya viejo y cansado, fue el más perjudicado, llegando hasta tal punto su vejación que incluso Easton, Cranston y Coddington se sin­ tieron obligados a pedir cortesía para con él. El propio hermano del fundador de Rhode Island, Robert Williams, protestó contra el trío cuáquero por «Insulting and domineering over» su hermano mayor 146. A decir verdad, las intervenciones de R. Williams se parecían más a acusaciones que a argumentos razonados contra la doctrina cuáquera. Criticó los «quaking and trembling movements» de los cuáqueros cali­ ficándoles como las acciones y gestos más monstruosos y horrorosos que él hubiera visto 147, y puso de manifiesto la ignorancia de Ed- mondson 148. Su actuación se perdió, en general, en la vaguedad e intrascendencia de algunas citas escriturísticas que estaban muy lejos de probar la proposición que él defendía. En el segundo día, R. Williams, sin que hubiera podido terminar en el anterior la defensa de su proposición, trató de demostrar que el Cristo profesado por los cuáqueros no era el verdadero Señor Je­ sucristo, testimoniado en las Escrituras 149. Como era previsible, el de­ bate continuó por los cauces establecidos en las sesiones del día ante­ rior y lo que debía haber sido disputa intelectual se convirtió en «Oraciones y Sermones» de corte popular al sentirse inspirados Stubbs y Edmondson para predicar a la audiencia. Estas interrupciones en medio de la disputa clarifican de forma ostensible la aproximación emocional o sentimental del cuaquerismo a la doctrina cristiana; para Williams eran absolutamente incomprensibles ya que, según su propio testimonio «The Spirit of God was most purely Rational and a Spirit of puré Order, and did not prompt or move men to break Hedges and leap over one Ordinance into another» 15°. Racionalismo y senti­ mentalismo marcaban las diferencias entre el puritanismo y el cuaque­ rismo. En cualquier caso, las palabras ofensivas recayeron nuevamente en R. Williams, «an oíd man», como le decían, deshecho por el can­ sancio y preocupado por el curso de los acontecimientos. 146. Id., o . c ., 58, 108, 131. 147. Id., o . c ., 46. 148. Id., o . c ., 38. Roger Williams califica a Stubbs de hombre «versado en hebreo y en griego»; a Burnyeat lo aprecia como a portavoz muy capaz y de espíritu moderado; a Edmondson lo describe como «very ignorant in the Scrip­ ture or any other Learning». 149. Id., o . c ., 68. 150. Id., o . c .} 99-100.

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