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La tolerancia en el pensamiento de .. 3'ób tantas como habían surgido a raíz de la victoria puritana sobre Car­ los I. Durante su período presidencial, 1654-1657, R. Williams se había visto obligado, como otros líderes religiosos de entonces, a tomar posiciones frente a las amenazas de los cuáqueros 143. En realidad, las extravagancias de los nuevos sectarios, como, por ejemplo, rehusar el servicio a la colonia y cosas de índole política parecida no pasaban de ser irritaciones pasajeras para la mentalidad abierta y acogedora de Williams. Más le preocupaban sus arrogancias y soberbia espirituales por las que se atrevían a proclamar su auto-justificación, considerán­ dose los únicos poseedores de la verdad. Pero, en el fondo de la polémica entre Williams y los cuáqueros latía la admisión o negación de la propia esencia del puritanismo. Es decir, en este hecho de la vida del predicador de la libertad está en juego de nuevo, su iden­ tidad religiosa que sobrepasa, sin duda alguna, la mera dimensión política o social. Curiosamente, la mentalidad puritana de Williams, heredera del más sano protestantismo, sale al encuentro del peligro del cuaquerismo que, en sus intenciones, quiere llevar a las últimas conclusiones las premisas más básicas de la Reforma protestante. El principio protestante de la relación inmediata entre el individuo y Dios, limitado en la práctica por el acento del puritanismo en la im­ portancia concedida al ministerio de los clérigos y a los sermones eruditos que, si bien extraídos de la Biblia, tenían la misión de guiar a la congregación, era reforzado por el cuaquerismo, en cuya opinión sobraba todo aditamento externo que no fuese la fe en la luz interior, «which lighteht every man that comeht into the world» (Jn 1, 9). En el año 1672, el espíritu combativo de R. Williams que, casi treinta años atrás, le había impulsado a escribir The Bloudy Tenent, se puso en acción, tras el acontecimiento de dos hechos que habían colmado su capacidad de aguante: la liberación de William Harris de la prisión donde se encontraba esperando la sentencia por acusa­ ciones de traición a la colonia y el paseo triunfal de Fox por Rhode Island en medio de una tumultuosa aclamación de sus compañeros de religión. 143. Edward Norris y John Higginson, p.e., tuvieron conflictos con los Cuá­ queros en Salem. Cf. W . W a l k e r , The C reeds and Platform s of Congregationa­ lism , New York 1893, 111-5.

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