PS_NyG_1982v029n002p0255_04110410

L a t o l e r a n c i a e n e l p e n s a m i e n t o d e . 329 La prosperidad de la religión se entremezcla con la del Estado civil, de suerte que, aunque la esfera del magistrado sea propiamente el bienestar civil, éste puede intervenir en la causa espiritual126. El castigo del hereje puede traer las bendiciones de Dios 127. Se dibuja así una religión, mezcla curiosa de individualismo y socialismo y una Iglesia que, si bien no completamente idéntica al Estado, desempeña una función social bajo las garantías o, digamos mejor, pretensiones exclusivas de la acción de la gracia de Dios en ella. b) Vensamiento de Roger Williams El pensamiento de R. Williams sobre la tolerancia se desenvuelve en un mundo totalmente diferente al de J. Cotton. El fundador de Rhode Island representa, como afirma H. B. Parkes, «that element in Puritanism which produced free thought and religious toleration, democracy and political revolution» 128. A pesar de su fuerte religio­ sidad, o tal vez debido a ella, no encontró plena satisfacción intelec­ tual en ninguna denominación cristiana; ninguna de ellas le ofrecía suficientes garantías de continuidad con la línea apostólica. Por eso se convirtió en «seeker», confundido con uno de tantos que, al mar­ gen de la iglesia oficial, buscaban su propia identidad cristiana entre la duda en su interior y el desprecio de los demás. Mientras tanto, se albergaba en él la esperanza de una nueva luz para la humanidad y la sincera convicción de la intrínseca falibilidad del corazón humano que dejaba siempre las puertas abiertas a la reforma y a la compren- • / 129 sion En la doctrina del conocimiento R. Williams no divorció el cono­ cimiento religioso del adquirido por la razón natural sino que admitió cierta unidad en la mente humana. Recriminó las por algunos llamadas «verdades» que, en definitiva, no eran sino invenciones tanto en la doctrina como en el culto 13°. Su pensamiento central se acomodaba perfectamente a su siglo sin llegar al estadio de considerar a la reli­ gión como «ancilla intellectus» y su fe exigía la primacía de la reli- 126. Id., o . c ., 68. 127. I d ., o . c ., 138. 128. Cf. H. B. P ark es , John Cotton and R oger Williams Debate Toleration 1644-1652, en New England Quarterly 4 (1931) 749. 129. Cf. R. W il l ia m s , The Bloudy Tenent, 206. 130. I d ., o . c., 63. 6

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz