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L a t o l e r a n c i a e n e l p e n s a m i e n t o d e . 327 Cotton consiste en garantizar la protección de la Iglesia por el Estado. Los intereses de ambos poderes se mezclan de tal forma que se llega a afirmar implícitamente la identidad de la Iglesia y el Estado en mate­ rias de índole espiritual. «There is Judicium Politicum, the Judgment of Civil power, whereby a magistrate being called of God to provide that his people may lead a peaceable life in godliness and honesty, he therefore is called to discern not only what is honesty or righteousness before men but what is godli­ ness also before the Lord and accordingly judgeth of godly and ungodly doctrines and practises so far as tendeth to the upholding of public peace» 119. Desde una correcta apreciación de estas ideas fundamentales, que están en la base del pensamiento y de la acción de J. Cotton, se ex­ plica fácilmente su postura ante la tolerancia. El creyó —y era cons­ ciente de ello como todo buen puritano— que la voluntad de Dios podía ser conocida por el hombre. Por eso, y aunque él se pronunció en contra de la persecución por considerar que este término significa­ ba la opresión del hombre recto y se asociaba a la práctica del castigo del catolicismo al protestantismo, juzgó necesario el castigo de aque­ llos que errasen en cuestiones fundamentales de fe, al tiempo que admitía la tolerancia para aquellos que se desviasen en lo accidental mientras no propagasen sediciosamente sus opiniones. Por cuestiones «fundamentales» J. Cotton entendía las doctrinas de la salvación por Cristo, la fe en su nombre, el arrepentimiento, la resurrección de los muertos, la fundación de la Iglesia, y otras similares 120. Lo accidental se confundiría prácticamente con detalles pertenecientes a la organi­ zación eclesial. Las verdades fundamentales son tan claras, afirma Cot­ ton, «that a man cannot but be convinced in Conscience of the Truth of them after two of three Admonitions; and that therefore such a Person as still continueth obstinate, is condemned of himselfe; and if he then be punished. He is not punished for his Conscience but for sinning against his own Conscience». El hereje obstinado, en caso de que los ministros de la Iglesia no logren convencerlo, ha de ser entre­ gado a la autoridad civil para ser castigado 121. 119. J . C otton , The Bloudy Tenent, washed, And made white in the Bloud of the Lambe, London 1647, 62. 120. Cf. Id., o . c 3, 5, 10. 121. Q. Id., o . c .} 9, 29.

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