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L a t o l e r a n c i a e n e l p e n s a m ie n t o d e . 317 nes protestantes a lenguas paganas, la Indian Bible de Eliot, por ejem­ plo. La teología y la historia sobresalieron como disciplinas científicas. Otras colonias, como la de Connecticut, siguieron las huellas de la ley de 1647 de Massachusetts. Con todo, no han de sobreestimarse las consecuciones de Nueva Inglaterra en materia educativa. Como en otras partes del mundo, las deficiencias eran grandes y ostensibles. El saber, como sucedía en Inglaterra, estaba prácticamente confinado a los eclesiásticos y a las clases altas; pescadores y pequeños granjeros, sobre todo, sufrían la dureza y la marginación que impone la incultura. El pensamiento político en la Historia de Nueva Inglaterra se presenta, como el religioso, rico y su estudio no exento de dificultades. Los autores que estudian este tema no concuerdan plenamente entre sí interpretando las relaciones entre la Iglesia y el Estado en confor­ midad con una opinión más o menos exacta sobre la concepción de Iglesia en la doctrina puritana que, lógicamente, conduce a posturas divergentes 95. La impresión general que despierta el nombre de Nueva Inglaterra y más concretamente el de Massachusetts al hacer referencia a su sistema político es la de un gobierno seria y estrechamente comprome­ tido con la institución eclesial. El hecho de que aquel gobierno sola­ mente permitiese el voto a quienes demostrasen la afiliación a alguna Iglesia o que ayudase económicamente a los ministros de las mismas o que, en fin, castigase a quienes se pronunciasen despectivamente para con los eclesiásticos, se interpreta comúnmente como un signo diáfano de la unión entre la Iglesia y el Estado. El gobierno de Massachusetts, en particular, se describe frecuentemente como una teocracia, impli­ cando con ello que una amplia variedad de poderes políticos residía en manos de los clérigos. Desde estas apreciaciones se explicaría la acusación de R. Williams a la Iglesia de Massachusetts y la novedad de su teoría política. Un examen minucioso de este tema no parece confirmar esta im­ presión generalizada. La situación política del siglo xvn en Nueva Inglaterra no puede interpretarse pura y llanamente en términos teo- 95. Cf. R. B a ir d , Religión in America; or, an Account of the origin, relation to the State, and present condition of the evangelical churches in the United States, New York 1856, 171-8; M. L. G r e e n e , The Development of Religious Liberty in Connecticut, Boston-New York 1905, 58-75; J. P. Th om pson, Church and State in the United States; with an appendix on the Germán population, Boston 1873, 52-63; A. Em bury, Early American Churches, New York 1914, 14-7.

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