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L a t o l e r a n c i a e n e l p e n s a m ie n t o d e . 305 Norwich y obligado más tarde a refugiarse en Holanda, publicó en el año 1582 el primer tratado sistemático sobre las doctrinas congregacio- nalistas, A Booke which sheweth the Life and Manners of all true Christians, en el que, a partir de su concepción eclesial, aboga por la separación radical entre la política y la religión. Es lógico suponer que tales teorías encontrasen una respuesta ur­ gente y rigurosa en el reinado de Isabel I. Muchos ministros fueron ejecutados por difundir los escritos de Brown; pero, a pesar de las torturas, comenzaron a florecer nuevas congregaciones sobre todo en Holanda. John Robinson fue el ministro de una de ellas, que en el año 1620 emigraría a América. Ellos fueron los primeros colonizado­ res de Nueva Inglaterra, los famosos Pilgrim Fathers80. Durante el reinado de Jacobo I y sobre todo en el de Carlos I, gran número de independientes llegaron a Inglaterra no sólo de Ho­ landa sino incluso de América. El Congregacionalismo comenzaba a funcionar a la luz pública y tanto sus principios doctrinales como los objetivos de orden práctico —la soberanía del pueblo, el reparto equi­ tativo de los escaños en el parlamento, la tolerancia entre todas las denominaciones cristianas, la no interferencia del Estado en los asun­ tos de la Iglesia, etc.— suenan hoy con una sorprendente actualidad81. Las consecuencias que derivan lógicamente de este sistema reli­ gioso, a saber, la separación entre Iglesia y Estado, la tolerancia reli­ giosa y una orientación democrática en general, fueron asumidas ple­ namente por la mentalidad abierta e inquieta de R. Williams. Su sepa­ ratismo, predicado y vivido hasta las últimas consecuencias, le condujo a cuestionar la validez de la Iglesia Anglicana, en la que él había creído, no en un afán de cambiar una cosa por otra, aunque ésta fuese mejor, sino por estimar que la auténtica Iglesia de Cristo coincidía con la de los grandes reformadores que jamás pensaron en abandonar la Iglesia. Todo protestante, y por tanto Williams, estaba convencido de que la Iglesia del Anticristo, es decir, la Iglesia católico-romana, había coincidido, al menos bajo el reinado de María Tudor, de 1553 a 1558, 80. Sobre el tema de los Padres Peregrinos puede consultarse: E. Arber, The Story of the Pilgrim Fathers, 1606-1623 as told hy themselves, their friends, and their Enemies, London-Boston-New York 1897, 355-7. 81. Sobre todo este problema religioso puede encontrarse un resumen en: R. B aird , Religión in America; or} an Account of the origin, relation to the Sta­ te, and present condition of the evangelioal Churches in the United States, New York 1956, 90-6.

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