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L a t o l e r a n c i a e n e l p e n s a m ie n t o d e . 303 sible a la condición pecaminosa del hombre, condición heredada y arrastrada a lo largo de la existencia humana, es obvio suponer la incertidumbre radical del hombre frente a su salvación. Con todo, la escucha y la respuesta a la palabra de Dios, el sentimiento de culpa bilidad, traducido por actos de humildad, contrición y arrepentimiento y las actitudes de fe, santificación, etc., frutos de la acción del Espí ritu en el alma, permitían adivinar la orientación del alma hacia Dios. Roger Williams, aleccionado sin duda por sus maestros de Cambridge, como William, Perkins y John Preston, aprendió también estos deta lles como lo demuestra su obra Experiments of Spirtíual Life and Health, que se conforma plenamente en contenidos y forma a los manuales de la época sobre este particular79. La soledad del hombre frente a Dios que hemos constatado en los párrafos anteriores no ha de entenderse en términos de individua lidad. El puritano, a la par que captaba su profunda corrupción, inter pretaba los planes de Dios, con respecto a la humanidad en un sentido de colectividad recurriendo a los pactos que, según la Escritura, Dios hacía con los hombres. Dios hizo una alianza con Adán ofreciendo salvación a cambio de obediencia que quedó rota por culpa de éste. Estableció asimismo un pacto con Abraham y su descendencia en el que se prometía la salvación a cambio de la fe. Israel heredaría la promesa de Abraham y Cristo ofrecería la redención definitiva a quie nes creyesen en El. Estos pactos o alianzas no mitigarían en absoluto la impotencia del hombre; solamente acentuarían la fe como elemento esencial para describir las relaciones entre Dios y el hombre. Esta teología de la alianza, popular entre los puritanos, tuvo reper cusiones importantes en el campo político. La idea de un Dios que pactaba con su pueblo y la necesidad de que la sucesión de Israel se perpetuase por los siglos hizo concebir en grandes sectores puritanos la opinión según la cual Inglaterra, como en otro tiempo el pueblo judío, tenía una obligación nacional para con Dios y esto, aunque de forma vaga e inexplícita, tanto en la esfera política como en la reli giosa. Puritanos, como R. Williams, que más tarde habrían de ser conocidos por el nombre de Independientes o Congregacionalistas, asimilaron esta teología y la aplicaron más bien a la Iglesia que al Estado. La Iglesia era, en su concepción, el resultado de una alianza; 79. R. W il l ia m s , Experiments of Spiritual Life and Health, en The Co?n>- píete Writings of Roger Williams, V II, New York 1963, 42-114.
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