PS_NyG_1982v029n002p0255_04110410

282 J uan J o sé H . A lonso un afán de terminar con un régimen defensor de la libertad de con­ ciencia 32. Los últimos años de la vida de Roger Williams están ausentes de toda nota espectacular o extravagante. El apóstol de la libertad reli­ giosa llegó al final de sus días en pleno vigor de sus facultades men­ tales; la pobreza le acompañó al sepulcro, a su tierra, por él elegida y defendida; su fama está entre nosotros, en forma de libertad. La semblanza biográfica de R. Williams que terminamos de ofrecer ha de interpretarse en un contexto teológico-escriturístico-eclesial, cu­ yas líneas maestras exponemos a continuación. 3. Contexto explicativo de la vida de Roger Williams Una lectura completa y crítica de las obras de R. Williams nos brinda la imagen nítida de un teólogo seriamente preocupado por los temas principales de la doctrina calvinista, a saber: Dios, pecado y regeneración. Su pensamiento teológico es, como afirma Perry Miller, sólidamente, incluso convencionalmente, calvinista33. Su reflexión, a pesar de las interpretaciones en contra, dista mucho del racionalismo y del naturalismo conformándose más bien a las normas más estrictas del puritanismo. Su pureza doctrinal no se mancha ni con el antino- mismo de Anne Hutchinson ni con las teorías arminianas, repletas de arrogancia y autojustificación humanas. Incluso pudiera afirmarse que su teología es más ortodoxa que la del propio John Cotton, expo­ nente máximo del puritanismo de Nueva Inglaterra, amenazado en su ideología por la crisis de Hutchinson. El Dios del puritanismo y, por tanto, el de R. Williams es un Dios transido de incomprensibilidad. El sistema inicial del pensa­ miento teológico del puritanismo descansa en la asistematización, in­ comprensibilidad, de la divinidad. Dios, a pesar de ser la razón del ser, la luz que ilumina la realidad, es el misterio que se repliega en sí mismo. La confesión más sincera que el hombre hace de Dios parte del reconocimiento de su propia ignorancia. Dios, el poder, la fuerza, la luz, la vida, permanece para el hombre oculto e impredecible. Su esencia no es susceptible de definición. Por ello, el lenguaje metafórico es el más apropiado para el hombre puritano. No obstante, el Dios 32. Cf. R. A. G u ild , o c ., 43-4. 33. P. M ille r , Roger Williams. An Essay in Interpretaron, en The Com­ plete Writings of Roger Williams, VII, New York 1963, 21.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz