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280 J uan J o sé H . A lonso hombre no le cabe otra postura que aceptarla y la libertad religiosa no puede entenderse sino en términos de libertad, concedida por Dios a la Humanidad, para aceptar la voluntad de Dios. La libertad reli­ giosa se confundiría así con el derecho que el hombre tiene para elegir la verdad revelada, única, que procede de Dios; la tolerancia propugnada por Williams sería, en su opinión, una defensa imper­ donable del error frente al valor absoluto de la verdad divina. Como consecuencia, Cotton insistía en la no separación entre Iglesia y Es­ tado, admitiendo la intervención del magistrado civil en defensa de los intereses de la Iglesia, a pesar de que la naturaleza de ésta no se debía confundir con la de otra institución secular. Cotton represen­ taba de este modo la esencia del pensamiento puritano de Nueva Inglaterra, que creía en un Dios omnipotente y justiciero, celoso de su gloria e inclinado al castigo de aquellos que quebrantasen la uni­ formidad del culto. Desde estos presupuestos doctrinales J. Cotton interpretó el destierro de R. Williams como un castigo político y no como un acto de persecución religiosa. La persecución respondía al castigo de un individuo por sus creencias religiosas, rectas en la pre­ sencia de Dios, y las ideas de R. Williams eran erróneas y subversi­ vas. El castigo de un hombre culpable, amonestado por la autoridad eclesial, reacio a la luz de su propia conciencia, no puede ser conside­ rado, afirma J. Cotton, como persecución religiosa. La tolerancia se justificaba en Nueva Inglaterra siempre que las opiniones defendidas no fueran peligrosas para la paz de la colonia, no estuviesen en contra de los artículos fundamentales de la fe cristiana, o la exigiesen razones de orden práctico para evitar males mayores. John Cotton se erigió en portavoz del Congregacionalismo de Nueva Inglaterra. Su doctrina satisfizo al Presbiterianismo inglés en los primeros momentos críticos de la Revolución Puritana, que atisbaba en ella ciertos visos de tole­ rancia mutua y un freno a las ideas visionarias de R. Williams. Dejando al margen las disputas anteriormente reseñadas, R. Wi­ lliams, ayudado por su ilustre amigo y defensor asimismo de la liber­ tad de conciencia, Sir Henry Vane —hombre clave en la negociación de la «Solemn League and Covenant»— obtuvo la cédula deseada, fe­ chada el 14 de marzo de 1644, por la que se concedía poder de auto­ gobierno en la forma que se estimase más conveniente a las «Provi- dence Plantations in the Narragansett Bay» 30. Con esta cédula en la 30 . I. B a cku s , A History of New England with Particular Referente to the

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