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L a t o l e r a n c i a e n e l p e n s a m ie n to d e . 277 Apologe ticall Narration se encontraba en una situación anómala pre tendiendo, por un lado, el maridaje con las sectas de carácter tole rante y alabando, por otro, a J. Cotton, exponente de la intolerancia en la iglesia de Massachusetts. Tal incongruencia no pasó desapercibi da a R. Williams que intervino en la polémica de forma contundente y violenta. En la época en que se produce esta situación conflictiva el pensa miento de R. Williams acerca de la relación entre el poder político y el sobrenatural así como respecto a su concepción de la libertad de conciencia estaba prácticamente definido. El creía en la separación entre la Iglesia y el Estado y era defensor de la filosofía de la libertad religiosa apoyándose en la experiencia personal y en razones prove nientes de la Escritura y de la Historia. Estimaba que la situación de la madre patria era equiparable a la de Nueva Inglaterra en el aspecto religioso y, teniendo ante su vista el lamentable caso de su destierro, temía que la Revolución Puritana que había desbancado la unifor midad de la Iglesia Anglicana no fuese capaz de encontrar un sistema religioso que abarcase en actitud abierta y tolerante las numerosas sectas que comenzaban a aparecer. Para el fundador de Rhode Island, condenado por el carácter intransigente de los jerarcas de la Bahía de Massachusetts, la reconciliación entre las facciones más importantes del calvinismo, a saber: el presbiterianismo y el congregacionalismo, no podía efectuarse a no ser por la tolerancia mutua o por el empleo de la fuerza. Ante esta disyuntiva, Williams optó, como es lógico, por la tolerancia proponiendo como modélico el sistema religioso de la colonia de Rhode Island para solucionar la profunda crisis religiosa que se cernía sobre Inglaterra. En este sentido, y abundando en los puntos centrales de su reflexión religioso-política, R. Williams cues tionó la licitud de la intervención del Estado en los asuntos de la Iglesia; no veía razón para que el gobierno civil exigiese obediencia a los mandamientos de la primera tabla de la ley, prescribiendo estos obligaciones entre los hombres y Dios, que no van más allá del recinto interior de la conciencia; y a partir de esta separación entre el orden natural y el religioso derivó a la doctrina de la libertad de conciencia , interpretando su destierro como un caso claro de persecución religiosa. Los primeros balbuceos en las relaciones entre Iglesia y Estado se convirtieron así en doctrina sólida y sistematizada, en la medida de lo posible.
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