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256 J u a n J o s é H. A l o n s o Investigaciones recientes han desmentido el pretendido talante liberal, especialmente el referido al aspecto religioso, de R. Williams 2. La lectura de sus cartas y el estudio de sus libros nos descubren a un pensador religioso, agobiado por el peso de unas ideas calvinistas tan centrales como la predestinación y la corrupción total de la natu­ raleza humana. R. Williams es un puritano calvinista, cuyas preferen­ cias se orientan por el camino de la soledad, de la disensión y la polé­ mica frente al sendero tranquilo del clero convencional, lo cual le diferencia profundamente de los hombres de la Ilustración. Su fuente principal de lectura y argumentación es la Biblia y la teología es la clave interpretativa de su pensamiento. Sus objetivos se reducen a una reforma progresiva a la luz de la Sagrada Escritura y bajo la guía del Espíritu. Es un predicador, afiliado a la comunidad de William Per­ kins, John Preston, William Ames y William Gouge, entre o tro s3; de estilo sencillo y directo, de método y forma polémica, dictados por la nueva lógica de Ramus, al servicio de la reforma de la Iglesia. Es, en definitiva, un biblicista que cree en la eficacia multidimensional de la palabra de Dios. La comprensión del pensamiento de R. Williams ha de comenzar, por tanto, admitiendo y valorando lo que pudiéramos denominar su puritanismo vivencial; es decir, su pensamiento teológico. Pero esto no es suficiente. Estimamos que la comprensión de su obra depende también del conocimiento de las circunstancias políticas, en las que está inmerso el fenómeno del puritanismo, en sus esfuerzos para puri­ ficar la Iglesia de Inglaterra, casi paralizados por la reina Isabel y posteriormente por los Estuardos. Los años de R. Williams coinciden con acontecimientos claves en los reinados de Jacobo I, Carlos I, Oli­ ver Cromwell y Carlos II. R. Williams, a pesar de ser uno de los emigrantes insignes al continente americano y de ser considerado, con justicia, uno de los pioneros de la libertad religiosa, que impondrían su huella en el estilo de vida de América, nació, vivió y murió como un hijo leal a Inglaterra; Londres fue, de hecho, un punto claro de 2. Cf. P. M ille r , Roger Williams. His Contribution to the American Tradi­ tion, New York 1953, 22 ss.; Id., Roger Williams. An Essay in Interpretation, en The Complete Writings of Roger Williams, t. VII, New York 1963, 12 ss.; M . C alam an d rei, Neglected Aspects of Roger Williams Thought, en Church His­ tory 21 (1952) 239-58; L. R. M oore, Roger Williams and the Historians, en Church History 32 (1963) 433-51. 3. Para el estudio del puritanismo temprano, especialmente el del tiempo de los Tudor, cf. W. H a l l e r , The Rise of Puritanism, New York 1938.

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